Éxito
Como la gente lo ve ::: Como realmente es
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El Dr. Edmundo Velasco F. fue co-expositor con el Dr. John Grinder (co-creador de la Programación Neurolingüística, PNL) en diferentes partes del mundo por más de 17 años. Impartiendo Certificaciones en PNL, Masters en PNL, Trainers en PNL, Coaching con PNL y muchos cursos más.
Además fue Representante Técnico del Dr. John Grinder para México y América Latina así como Europa.
El mismo ofrece el 14 de Junio Teleseminario virtual Neuro-Coaching con programación neurolingüística totalmente gratis con los temas siguientes
Dicen que el éxito cuando se trata de innovación consiste no tanto en tener buenas ideas, como en llevarlas a la práctica. Dicen que nos sobran buenas intenciones, nos sobran sueños y nos falta acción. Por eso la gran palabra mágica es actúa: ¡Hazlo! Sí, sí no pienses, pues el universo conspira a favor de los que se atreven actuar, sin tener todos los datos, los que deciden que ya cambiarán de rumbo por el camino o incluso de destino.
Pero, también dicen que el éxito cuando se trata de hacer cosas innovadoras consiste en saber salir de la caja de vez en cuando, en pararse y dejar de actuar: ¡Párate!. La acción, especialmente la basada en el hábito, nos adormece nuestra capacidad de plantearnos por que hacemos lo que hacemos. Estamos tan ocupados haciendo cosas que nos olvidamos de plantearnos los “porqués” y vamos perdidos en la falsa seguridad de la acción que actúa como tranquilizante.
La crisis de la mediana edad se sitúa en torno a los 40 años y suele coincidir con la etapa en que el individuo se plantea ciertas cuestiones
Es obvio que la madurez va de la mano del paso del tiempo. Así son muchos los que se preparan para tal acontecimiento, previniendo, mediante el cambio de sus hábitos, la entrada al envejecimiento.
La crisis de la mediana edad se sitúa en torno a los 40 años y suele coincidir con la etapa en que el individuo comienza a cuestionarse el curso de la existencia que ha llevado, haciéndose preguntas del tipo, ¿he conseguido mis metas?, si es así, ha valido la pena el esfuerzo.
Cuando después de esta valoración el individuo percibe que no ha logrado sus objetivos comienza a verse inmerso en un círculo vicioso en el que el disgusto y la frustración que siente le hacen cuestionarse todo, apareciendo pensamientos negativos que dominan su vida y que tienen como consecuencia un efecto demoledor en su entorno, tanto el laboral, como el familiar o el social.
Hay que convivir con él y seguir adelante
En una sociedad, como la nuestra, que estimula la competitividad como «modus vivendi» y encumbra a los ganadores sin grandes miramientos al precio que han pagado por serlo, está fatal visto ser un perdedor.
En realidad, ser «un fracasado» es un estigma, uno de los peores calificativos que podemos atribuir a una persona. Pero vayamos por partes. Ni la familia ni la escuela, ni mucho menos los medios de comunicación, nos han educado para asumir las derrotas y digerir los fracasos sin traumas que amputen nuestra capacidad de reacción o afecten gravemente a nuestro bienestar personal. Ese rechazo social del fracaso va configurando en nosotros un fuerte mecanismo defensivo, una dificultad a reconocer los fallos o nuestras propias limitaciones. Quizá esta incapacidad se deba a que entre los derechos humanos no se halla el de cometer errores y responsabilizarse de ellos.