Una larga, larga siesta dogmática

“…es paradójico que para defender nuestro espacio debamos abrazar la causa de la pareja monogámica burguesa como forma de unión, cuando todo el mundo empieza a comprender su carga de cinismo y repetición”. Néstor Perlongher

«¿Qué es un hombre rebelde? Un hombre que dice no. Pero negar no es renunciar: es también un hombre que dice sí desde su primer movimiento. (…) El rebelde (es decir, el que se vuelve o revuelve contra algo) da media vuelta. Marchaba bajo el látigo del amo y he aquí que hace frente. Opone lo que es preferible a lo que no lo es.» Albert Camus – El hombre rebelde

Evitamos en este trabajo aludir a los  términos homosexual y heterosexual, pues ese binarismo es  una producción homofóbica.

Hay dos términos, uno  de los cuales no está  marcado y no es problematizado pues designa la categoría que se considera “normal”. El otro está marcado y poblematizado porque designa una categoría de personas que se diferencian en algo de las personas “normales”  no marcadas.

Homo y hetero no representan un par de opuestos verdadero, dos contrarios con mutuas referencias, sino una oposición jerárquica de una sobre la otra, definiéndose la considerada  “normal” como la negación de la considerada “no normal”.

Sabemos que el lenguaje construye subjetividades, es por eso que  resistimos al uso de términos que obstaculizan la inclusión.

La cita de Perlongher da cuenta de una manera de situarse frente al tema de la legalización de la unión entre personas del mismo sexo y todos los derechos que se supone surgirían de dichas uniones en el marco de la pareja socialmente aceptada y aceptable.

También podemos situarnos en otro lugar, reconociendo la necesidad de legalización de todo vínculo o unión de personas que no esté “normatizado y/o normalizado”. Al decir de Camus «…opone lo que es preferible a lo que no lo es».

Nos posicionamos de modo semejante ante el tema de la legalización del aborto y otras legalizaciones que permitirían que las personas opten por lo que consideran mejor para sí mismas en cada circunstancia y contexto.

Claro está que no se pueden desvincular las libertades de los procesos a través de los que arribamos a ellas, procesos de cambio que se inician en la socialización,  la educación y la atención primaria, para lo que se requieren decisiones políticas contundentes y adaptadas a nuestra realidad.

Si continuamos construyendo el mundo desde un discurso -en tanto acción- patriarcal y tirano, es paradójico hablar de inclusión. Los ámbitos educativos y los textos de estudio de todos los niveles, demuestran claramente lo irrelevante que se considera el tema de género, como una transversal de la cultura, y la necesidad de inclusión

Resulta contradictorio que la lucha por lograr la legalización de las uniones de personas del mismo sexo sea cuestionada cuando estas vendrían a reforzar el concepto de familia tradicional, en cuanto a su forma monogámica, matrimonial y reproductiva (doblemente reproductiva, no sólo desde lo biológico sino desde la expresión de deseos de ser incluidas/os en la posibilidad de adoptar que están reclamado parejas del mismo sexo).

Esta legalización estaría respetando tres de los cuatro parámetros fundamentales del sexo oficial: matrimonial, monogámico, reproductivo. No cumpliría con el cuarto: la heterosexualidad.

¿Cuál es la transgresión?

Podemos casarnos, heredar, adoptar, consolidar y/o reproducir el más tradicional de los modelos familiares, es decir “incluirnos” sin tener en cuenta que habrá otras maneras de exclusión que nos deja sin trabajo, profundiza el grado de marginalización, el hambre, la falta de educación, el limitado acceso al derecho a la salud, es decir perdiéndose la perspectiva desde los derechos humanos y la legislación antidiscrimatoria.

Mientras exista cualquier tipo de segregación o exclusión, en este caso la basada en la orientación sexual, ninguna persona será libre. Toda demanda de igualdad incluye a todos los seres humanos por igual. De lo que hablamos aquí no es simplemente de reconocer derechos a un grupo, sino de exigir igualdad de derechos que incluyan a todas las personas.

Nuestros derechos más elementales y privados no deben ser interferidos, controlados, regulados por “representantes” de ningún poder político ni religioso. Tenemos derecho a elegir con quienes queremos vivir, dormir, coger.

La única manera que las leyes cambian es cuando se toma conciencia de los derechos que nos corresponden, pues eso da lugar a reclamar e insistir hasta que esos derechos se reconozcan legalmente.

Adherimos a la creación de leyes que no excluyan a ningún grupo social y que amparen los derechos sexuales y reproductivos (1997 Valencia-1999 Beijing)  en el marco de los derechos humanos, para  todas aquellas personas que opten por la adopción, el matrimonio, la herencia, etc.

Una de las formas que adopta el sistema para  crear ideología  es negar racionalidad a cualquier otra forma de ver las cosas que no sea la del propio sistema, es decir, forzar la existencia  del pensamiento único. En este caso el poder religioso estaría condicionando al poder político, excluyendo del sistema aquello que no se puede digerir.

Sabemos que clasificar como locura aquello que no se conoce constituye una simplificación que tiende a evitarnos el dolor psíquico que resulta de no entender algo,   así como afirmar que lo no convencional es “aberrante”, también es una simplificación.

En el abordaje científico de la Sexualidad Humana consideramos sexología (de acuerdo con el criterio de John Mooney) el conjunto de  conceptos actualizados y comprobados desde una metodología de investigación científica sobre el sexo y la función erótica. Cuando en materia de análisis del mismo objeto de estudio intervienen principios filosóficos, religiosos y/o fuertes componentes emocionales acerca de la propia e íntima experiencia, definimos este conjunto de conocimientos y principios como sexosofía. La falta de distinción entre una y otra ha hecho que en gran parte, la mirada sexosófica pase a confundirse con la sexológica.

A modo de ejemplo manifestamos nuestro acuerdo con una propuesta sobre derecho laico y religión del Colectivo Transexual de Catalunya por su mirada totalizadora de la realidad social existente. Transcribimos algunos párrafos:

“Creemos, que es hora de tomar medidas que protejan a los no creyentes de los criterios de los que creen, siempre que estos coarten la libertad y derechos constitucionales.

El Estado tiene la obligación de proteger derechos y creencias, de forma equitativa y plural, sin favorecer a unos en detrimento de otros.

Desde nuestro punto de vista, la sociedad no creyente, que se defina laica debe gozar de los derechos y libertades que defienden:
matrimonio por afecto sin importar el sexo de los contrayentes, divorcio por voluntad expresada, abortos  de forma razonables, cambio de sexo registral cuando la persona lo solicite, pareja de hecho, reproducción asistida, terapias curativas con células madre, etc.

Dicha ley tratará de ser justa y equitativa proporcionando de forma coherente a cada cual lo que cada cual desea y siente que merece”. Fuente: www.transsexualitat.org

“Seamos realistas pidamos lo imposible”. En un momento en que el posibilismo, la “obediencia debida” y el pensamiento único nos invitan a mirar hacia otro lado, la rememoración de este graffiti del mayo parisino de 1968, quizás nos ayude a despertar de nuestras acostumbradas siestas dogmáticas.

Cristina Adrover, Psicóloga Social especializada en sexología educativa. Miembra de AASES Delegación  La Plata.

Diana Fainstein, Psicóloga Social, Corporalista, especializada en Sexología Educativa. Coordinadora de AASES (Asociación Argentina de Sexología y Educación Sexual) delegación La Plata, integrante de la Comisión Directiva de FESEA (Federación Sexológica Argentina).

Capítulo del libro : «Adopción, La Caída del Prejuicio»

Recopilador: Lic. Jorge Horacio Raíces Montero Editorial DePuente/CHA – Distribuidora Galerna

Declarado de Interés Lesgislativo por la Honorable Cámara de Senadores de la República Argentina.

Declarado de Interés Cultural por la Legislatura de  la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.