Tanto el talento inusual como las patologías de quienes son sordos al ritmo o al tono, obsesionan a psicólogos y científicos. Este informe profundiza en las corrientes que buscan en el cerebro las razones de tan insistente melodía.
El psicólogo cognitivo norteamericano Howard Gardner, en su libro fundador sobre las inteligencias múltiples, nos dice que se puede vislumbrar cierto sentido de la diversidad y las fuentes de los dones musicales tempranos asistiendo a una audición musical hipotética en la que los ejecutantes son tres niños de edad preescolar.
La primera niña toca una suite de Bach para violín con exactitud técnica y bastante sentimiento. El segundo niño canta un aria completa de una ópera de Mozart después de haberla oído tan sólo una vez. El tercero se sienta al piano e interpreta un simple minueto que compuso jugando. Tres ejecuciones sorprendentes por tres prodigios musicales. Aunque podamos pensar lo contrario, la precocidad es la sola cosa en común. ¿Todos llegaron a estas alturas de talento infantil siguiendo los mismos caminos? Seguramente que no.