Hace poco recibí un afligido correo electrónico de un amigo cuya novia acababa de terminar con él. Tenía una pregunta urgente: ¿cómo podía quitársela de la cabeza y no llamarla ni escribirle?

Por un momento no supe qué decir. ¿Qué consejo podía darle para superar una de las peores experiencias en la vida, perder a su pareja? ¿Qué lo ayudaría a canalizar su energía en actividades positivas y productivas?

No es ningún secreto que cuando perdemos a una pareja, de repente, a pesar de nuestras mejores intenciones, somos presa de pensamientos («¿qué hice mal?»), sentimientos («voy a quedarme solo para siempre») y acciones obsesivas (llamadas, e-mails y mensajes de texto).

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