Con el corazón partido en la era de Facebook

Hace poco recibí un afligido correo electrónico de un amigo cuya novia acababa de terminar con él. Tenía una pregunta urgente: ¿cómo podía quitársela de la cabeza y no llamarla ni escribirle?

Por un momento no supe qué decir. ¿Qué consejo podía darle para superar una de las peores experiencias en la vida, perder a su pareja? ¿Qué lo ayudaría a canalizar su energía en actividades positivas y productivas?

No es ningún secreto que cuando perdemos a una pareja, de repente, a pesar de nuestras mejores intenciones, somos presa de pensamientos («¿qué hice mal?»), sentimientos («voy a quedarme solo para siempre») y acciones obsesivas (llamadas, e-mails y mensajes de texto).

Reflexioné sobre el consejo que yo recibí hace casi dos años después de una importante ruptura. «Literatura, querida, literatura…», comenzaba el e-mail de una amiga. Mi madre me recordó que escuchara música porque «alivia el alma». Otros sugirieron ejercicio, trabajo voluntario y viajes. Todos excelentes consejos, aunque difíciles de seguir cuando hay dolor.

«No es que el corazón esté partido, sino el cerebro», afirma Marianne Legato, cardióloga y fundadora de la Sociedad para la Medicina Específica de Género de la Universidad de Columbia.

En una ruptura sentimental, el nivel de los neurotransmisores en el cerebro se ve afectado, lo que produce una serie de síntomas que van de la tristeza y la ansiedad a los cambios de hábitos en el sueño, el apetito e incluso la coordinación motora. En las personas profundamente afligidas, se activa la parte del cerebro que procesa las adicciones.

A veces no importa quién de los dos es el que termina con la relación. Si la ruptura fue dolorosa, los síntomas fisiológicos serán los mismos.

Los terapeutas dicen que los estados emocionales tras una ruptura son similares a las bien conocidas etapas del duelo: negación, ira, negociación, depresión, aceptación, reconstrucción. En general, cuanto más significativa haya sido la relación, más tiempo tomará pasar de una etapa a otra. Un par de meses para una relación corta, seis meses a un año para una que duró varios años, y entre dos y tres años para recuperarse de un matrimonio largo, opina Tina B. Tessina, terapeuta matrimonial y familiar en California.

En la era de los teléfonos inteligentes y los iPads, sin embargo, es fácil tratar de aferrarse, porque basta con asomarse a la página de su ex en Facebook o Twitter. ¿Habrá llamado su ex? Simule que está revisando la hora en su teléfono. ¿Todavía la ignora? Envíe un texto rápido. Lo que buscamos al asumir un comportamiento obsesivo como ese es la dosis de dopamina que se produce cuando nos responde el sujeto de nuestra obsesión. «Es como tener un ansia de cocaína», señala Legato.

Marc Hordon, de 30 años y propietario de una empresa de gestión de estilo de vida en Boston, cree que la reflexión es, en última instancia, la forma de romper el patrón obsesivo. Cuando su novia lo dejó hace dos años y se mudó a Chicago, pasó la mayor parte de la semana llorando, enviándole mensajes de texto y llamándola y hablando con quien quisiera escucharlo acerca de la separación. Entonces decidió manejar a Chicago en medio de una tormenta de nieve para tratar de recuperarla.

Su ex no lo quería ver, y Hordon pasó horas inmovilizado en la cama de una habitación de hotel. Luego, recuerda, una voz en su cabeza le dijo que regresara a su casa. En el viaje de regreso comprendió: sus sentimientos de rechazo y abandono podrían haber tenido que ver con la muerte de su madre cuando era joven. Comenzó a ir a terapia. «Comencé a conectar los puntos», afirma.

Muchas mujeres a las que entrevisté sobre este tema dijeron que lo sobrellevaron mediante el llanto, hablando con amigos y escribiendo un diario sobre lo que sentían. Otras lo hicieron saliendo de compras.

¿Qué dicen los hombres? Cuatro de ellos me dijeron que la mejor forma de consolarse era a través del sexo. Pero hay un problema: «Iniciar una nueva relación sólo posterga su recuperación», dice Lauren Mackler, una asesora en relaciones personales en Boston. Las rupturas pueden —y deben— ser un poderoso catalizador para el crecimiento personal. Se espera que haya dolor y debe lidiarse con él, no pasarlo por alto.

¿Cómo evitar pensamientos obsesivos después de una ruptura? A continuación, algunos consejos

No llame, no mande mensajes de texto. Eso alejará aún más a su ex y dañará su propia autoestima, advierte Tessina. De ser necesario, deje su teléfono en casa o en el auto. O haga un pacto con un amigo: cada vez que sienta que debe enviar un texto a su ex, llame o escriba a su amigo.

Recuerde por qué la relación no funcionó. Haga una lista de todo lo que le irritaba de su ex. Reconozca su parte de la ruptura, así podrá sacar lecciones. Pase tiempo con su familia y amigos, incluso si no se siente listo para socializar. Cuando lo haga, su cerebro producirá más oxitocina, la hormona para sentirse bien. Aprenda un nuevo idioma. Escriba una novela. Relájese.

Elizabeth Bernstein | Wall Street Journal