Hacer cosas a las que no estamos acostumbrados es lo que nos lleva a aprender y a crecer como personas
Estás en una discoteca. Ves a un grupo de chicas, y entre ellas te llama la atención una chica preciosa: es totalmente tu tipo, y desearías acercarte a ella para decirle algo, para entablar conversación con ella, para conocerla.
Sin embargo… te pones nervioso, tu pulso se empieza a acelerar, tu mente empieza a jugar en tu contra, y al final acabas yendo a la barra a por una copa. Cuando vuelves, las chicas ya se han ido. Suspiras aliviado, ¡ellas han decidido por ti! Ya no tienes que tomar la terrible decisión de entrar. Tu pulso se normaliza y te vuelves a sentir cómodo.