Los clientes siguen siendo hombres y el número va en aumento
Y tanto que existe. Mucho más silenciosa que la femenina, mucho más reducida. Pero quien dude de la existencia de los prostitutos está en un error. Y el número crece día a día. Los anuncios de contactos en los periódicos se amplían, intentando copar otro sector del público masculino, aquellos que prefieren recurrir a los servicios de un hombre. El mito del gigoló o del chico de compañía de poderosas y acaudaladas mujeres se cae por su propio peso: la mayoría de los prostitutos se dedican casi en exclusividad a su mismo sexo. Aquellas mujeres que, muy ocasionalmente, se convierten en clientas suelen rondar los treinta y pico años y ostentar un poder adquisitivo medio-alto.
Según la Fundación Triángulo, el perfil de un profesional en España es el de un inmigrante joven, latinoamericano o magrebí, entre 19 y 25 años, que ejerce la prostitución para tener unos ingresos estables a la espera de un trabajo al uso. También existen profesionales españoles, evidentemente, aunque el número ha descendido considerablemente en los últimos años. Sin embargo, el hecho de que los hombres que ejercen la prostitución sean mucho menos visibles que las mujeres, dificulta un censo exacto.