Casi el 30 por ciento de los adolescentes envía fotos de sí mismos desnudos por el teléfono móvil o el correo electrónico, más de lo que se creía, según el primer estudio del impacto del llamado «sexting» sobre la salud pública, informó hoy Proceedings of the National Academy of Sciences.
El estudio lo llevó a cabo el Departamento Médico de la Universidad de Texas, en Galveston, y según sus autores da indicios sobre el comportamiento sexual, en general, de los adolescentes y, en particular, acerca de la participación de las jóvenes en las conductas sexuales peligrosas.
Los investigadores entrevistaron a casi 1.000 estudiantes en siete escuelas públicas del sudeste de Texas y encontraron que el 28 por ciento de los adolescentes ha enviado fotografías de sí mismos, desnudos, por medios electrónicos.
La encuesta encontró que el 57 por ciento de esos jóvenes había recibido un pedido de foto al desnudo, y en el 31 por ciento de los casos habían sido ellos quienes habían pedido que les enviaran una foto al desnudo.
El artículo señala que estas tasas están en el rango más alto de otros cálculos hechos por investigaciones de internet, y son mucho más altas que los datos publicados por otros científicos según los cuales menos del uno por ciento de los adolescentes ha enviado fotos de sí mismos desnudos.
«Aparentemente el sexting es la versión moderna de ‘tú muéstrame lo tuyo, yo te muestro lo mío’, pero el hecho de que éste sea un comportamiento que se ha vuelto tan común no condona su ocurrencia», señaló el autor principal del estudio Jeff Temple, profesor en el Departamento de Obstetricia y Ginecología.
«Por el contrario, encontramos que a los adolescentes, en general, les molesta que les pidan fotos de sí mismos desnudos», añadió. «De hecho los pedidos molestan a casi todas las chicas, y entre los varones más de la mitad indicó que esos pedidos les molestan un poco».
Los investigadores examinaron asimismo la vinculación entre el sexting y las actividades sexuales, y encontraron que tanto los varones como las muchachas involucrados en una variedad de estos comportamientos son mucho más propensos a tener actividad sexual que sus pares que no hacen sexting.
Asimismo, las adolescentes que envían fotografías de sí mismas desnudas tienen una prevalencia de comportamiento sexual de riesgo más alta que los varones.
Temple cree que esta diferencia por género puede atribuirse, al menos en parte, a las opiniones sociales acerca del sexting, en particular porque puede verse como permisible y positivo para los varones y no se lo considera tan arriesgado.
En cambio, puede percibirse a las chicas como promiscuas si envían fotos de sí mismas desnudas: si están dispuestas a arriesgar su reputación bien puede que estén inclinadas a otros comportamientos arriesgados.