A finales de los ochenta los psicólogos R. Clark y E. Hatfield realizaron un experimento muy poco convencional. Contrataron a una serie de jóvenes con notable atractivo físico (chicos y chicas) con la misión de pasearse por un campus universitario y, de forma aleatoria, abordar a un desconocido/a y decirle: ‘te encuentro muy atractivo/a’, y después una de las siguientes frases:
‘¿quieres quedarte conmigo esta noche?
‘¿quieres venir a mi apartamento esta noche?
‘¿quieres acostarte conmigo esta noche?’