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No puedes cambiar a las personas, pero puedes aprender a tratarlas
La persona del tipo 1 siempre se preocupa de sí misma, desoyendo las opiniones y los sentimientos ajenos
¿Qué puede hacer?
Pídale una cita para hablar con ella.
Intente que tenga una buena predisposición para hablarle.
Explíquele lo que hace y dígale que está seguro de que no es con mala intención.
Cuando se busca trabajo, los candidatos deben adoptar habilidades de varias profesiones. Tienen que analizar el mercado laboral como si fuesen investigadores científicos, redactar un curriculum como un autor exitoso y tender redes como un político.
También hay que emular una ocupación importante cuando se discute el salario: negociador de rehenes del FBI.
Imagine que el director de recursos humanos que está sentado frente a usted es un lunático que está en la bóveda de un banco con 10 rehenes. En vez de demandar millones y un avión privado, custodia la hoja de cálculo del presupuesto de nómina salarial.
Es la simple falta de fuerza de voluntad lo que hace irresistible a la comida grasosa, ¿o hay fuerzas más profundas en juego?
Fascinantes investigaciones recientes sugieren lo segundo. Los científicos en California e Italia informaron en julio que, en ratas alimentadas con alimentos grasos, el cuerpo inmediatamente liberaba químicos naturales similares a la marihuana en los intestinos, que los hacía querer más.
Varios estudios recientes le añaden una nueva complejidad al debate sobre la obesidad, al sugerir que ciertos alimentos provocan poderosas reacciones químicas en el cuerpo y el cerebro. Es cierto que la gente sube de peso porque consume más calorías de las que quema, pero esas compulsiones podrían ser resultado de sistemas biológicos sobre los cuales no tienen control.
Filósofo de discurso compulsivo y belicoso, Slavoj Žižek es el director internacional del Instituto Birkbeck para las Humanidades (Birkbeck College, Londres). Miembro fundador de la escuela lacaniana de Eslovenia, su compromiso político lo llevó a presentarse como candidato a las elecciones presidenciales de su país en 1990. Respecto a su obra podría decirse aquello de “quien no lee a Žižek, no sabe lo que se pierde”: no solo porque su reflexión filosófica posee una gran inmediatez política, sino también porque combina la interrogación filosófica y eso que, tradicionalmente, nunca ha aceptado la (santa) academia de los filósofos: la cultura popular. “Había un obrero del que sospechaban que robaba: cada día al anochecer, cuando salía de la fábrica, los vigilantes inspeccionaban la carreta que llevaba, pero no encontraban nada. Siempre la llevaba vacía. Finamente, se dieron cuenta: lo que robaba el obrero eran precisamente las carretas”. Con esta historia graciosa, sutil y profunda, empieza uno de los últimos libros de Slavoj Žižek, de título nada cómico: Sobre la violencia. Seis reflexiones marginales (Paidós, 2009). Como ya es habitual en su inmensa bibliografía, el pensador esloveno vuelve a descubrir las trampas, las inercias y los esquematismos del pensamiento que impera en nuestras sociedades. La tarea de Žižek consiste, pues, en identificar y revelar aquello encubierto que determina y define nuestras convicciones: la ideología. ¿Cómo no ver entonces que a menudo criticamos y queremos castigar los brotes de violencia subjetiva que nos muestran a diario los medios de comunicación –para nada inocentes–, mientras no nos preocupamos por identificar otras violencias más invisibles pero más profundas: la violencia del sistema capitalista? Escuchar a Žižek, leer su obra, desestabiliza las convicciones más íntimas y que creíamos naturales. Su pensamiento materializa aquel verso de Virgilio, citado por Freud al principio de La interpretación de los sueños: “Acheronta movebo” (moveré las regiones infernales). Así es como, con Žižek, la filosofía activa su esencia revolucionaria.
La violencia es la acción de herir intencionalmente a alguien. Los jóvenes de hoy enfrentan este serio problema todos los días. Uno de cada 12 estudiantes de nivel secundario es amenazado o herido con un arma cada año. Si tienes entre 12 y 24 años, estás en serio riesgo de ser víctima de la violencia.
Los estudios muestran que a comienzos de los años 90, los hechos violentos causados por jóvenes llegaron a niveles jamás vistos en nuestra sociedad.
No es fácil explicar por qué surge la violencia en los jóvenes. Muchas son las razones por las que ellos se comportan violentamente. Cuanto más razones tengas, mayor será la posibilidad de que actúes con violencia.
La ciclotimia es un trastorno del estado de ánimo similar al trastorno bipolar que se caracteriza por oscilaciones del estado de ánimo de la hipomanía a la depresión. Un nivel leve de manía recibe el nombre de hipomanía. La hipomanía puede hacer sentir bien a la persona que la experimenta y se puede incluso asociar a un buen funcionamiento y a un incremento de la productividad. Así, aunque la familia y los amigos puedan reconocer que el estado de ánimo oscila como en un trastornos bipolar, la persona puede negar que algo marche mal.