La sala de espera del hospital Pérola Byington muchos días parece una guardería. Niñas juegan sobre los fríos pisos de mosaico o se mecen de forma hiperactiva en sillas de plástico, mientras que sus madres miran fija y pensativamente el indicador digital rojo en la pared, que señala su lugar en la fila.
Ésta es una clínica de salud para mujeres, especializada en tratar a víctimas de la violencia sexual. De los quince casos de este tipo que el hospital atiende en promedio cada día, casi la mitad involucra a niñas menores de doce años.
Las mujeres podrían encontrar el culpable de sus compras impulsivas y extravagantes, su periodo mensual, dicen investigaciones.
Individuos con Desordenes del Espectro del Autismo (DEA) tienden a mirar fijamente la boca de las personas en vez de sus ojos. Un estudio financiado por el NIH con niños de 2 años de edad con déficit del desorden social sugiere el porqué puede ser que encuentren la boca tan atractiva: lip-sync – la armonización exacta del movimiento del labio y el sonido de la alocución. Tal sincronía preocupa a los pequeños con autismo, mientras que sus pares inafectados se concentraron en movimientos sociales significativos del cuerpo humano, tales como gestos y expresiones faciales.
Suponga que anoche tuvo dos sueños. En uno, Dios aparece y le ordena que se tome un año de descanso y viaje por el mundo. En el otro, Dios le ordena que se tome un año de descanso y trabaje en una comunidad de leprosos. ¿Cuál de esos sueños creería que tiene más significado?
“Creo que su problema es que está estresada”, dijo el doctor cuando me quejé de que las inyecciones que me había recetado no habían aliviado mi dolor de cuello y hombros.
Las personas comen chocolate en pedacitos, saboreándolo de manera lenta, durante el día espacian sus cigarros, sus sesiones de chismes y las llamadas hechas a los amigos. Les gustan los deportes con entretiempos y practican su religión con ayunos y periodos de abstinencia, como la Cuaresma.
El sudor masculino huele diferente cuando están excitados sexualmente, y las mujeres pueden detectar la diferencia, aunque no están conscientes de ello, arroja un nuevo estudio.