Por cada Marian Robinson, que se jubiló de su empleo para cuidar a sus nietas, Malia y Sasha Obama, de tiempo completo mientras sus padres estaban ocupados con otras cosas el año pasado, hay una Judy Connors, que adora a sus dos nietos, pero no le interesan los juegos infantiles ni los cuentos antes de dormir.
«Cuando me enteré de la abuela sobre la familia Obama, pensé que tal vez me gustaría mudarme a la Casa Blanca, pero contrataría a alguien para cuidar a los niños»,dijo Connors, de 67 años.
Su hija, Catherine Connors, escritora de 38 años en Toronto, está muy consciente de la actitud de su madre. Siempre que oye hablar de familias en las cuales a los abuelos les encanta ayudar, sólo se le viene una co s a a la mente: «Nada más alejado de mi vida».
No es nuevo que las madres jóvenes se sientan sorprendidas y heridas, quizá injustificadamente, por lo poco que sus propias madres se ofrecen para cuidar a sus nietos. Aun así, historias de cuidados intergeneracionales, como las provienentes de la Casa Blanca, pueden hacer que esos sentimientos surjan y se intensifiquen.
«Hay algunos padres que probablemente no tienen una expectativa realista de qué tan involucrados deberían estar sus padres con los nietos», dijo Gail Saltz, psiquiatra de Manhattan. «Pero debido a que los hijos de esta generación son el centro de su universo, es difícil no tomar personalmente la actitud de los abuelos que no quieren cuidarlos».
Susan Shapiro Barash, profesora de temas de género en Marymount Manhattan College, en Nueva York, dijo que las mujeres con hijos pequeños buscan orientación de su madre o suegra, pero hoy en día muchas veces es en vano.
Las abuelas modernas «sienten que ya invirtieron su tiempo», dijo Barash. «Estuvieron dedicadas a sus hijos a costa de su propia libertad, y no quieren repetir el proceso maternal con sus nietos».
Hace tres años, antes de tener a Emilia, su primer bebé, Catherine Connors dijo que su madre le advirtió. «Me dijo que no le interesaba cuidar a mi hija. Dijo que vendría a visitarnos, pero que no gustaban los recién nacidos».
Judy Connors voló a Toronto desde su hogar en Columbia Británica una semana después del nacimiento de su nieta. «Era obvio que estaba aburrida», dijo su hija. «Pasó mucho tiempo sentada en la sala mientras yo trataba de aprender cómo amamantar a la bebé. Me dijo: ‘No sé por qué simplemente no le das biberón’, y se fue a la terraza a fumar».
Connors madre, directora jubilada de un programa de tratamiento residencial para adolescentes, dijo unas palabras en defensa propia. «Crié a dos hijos a quienes amo mucho y fui una mamá dedicada al hogar. Luego cuando empecé mi propia carrera, descubrí que había todo un mundo diferente afuera».
Hay muchas razones por las cuales los abuelos pueden optar por minimizar su papel. Algunos «podrían sentirse nerviosos respecto a manejar a un recién nacido, pero no quieren admitirlo», indicó la psicóloga Susan Newman. «Tal vez no se sienten cómodos llevando al tesoro más preciado de sus hijos en auto a un entrenamiento o una clase».
O puede que tengan otras prioridades. «Muchas de estas mujeres son viudas o divorciadas y pueden estar saliendo con alguien, y quieren anteponer su vida romántica a sus nietos», dijo Barash.