Un cuerpo de elite investiga casos que otros médicos no han sabido solucionar
El Dr. House, el gurú del diagnóstico diferencial, no es el único médico capaz de detectar un síndrome quimera -un trastorno extremadamente raro en el que quien lo padece tiene células con diferente ADN-. En la vida real, el televisivo médico tiene una dura competencia. Un grupo de doctores experimentados que forman parte del Programa de Enfermedades sin Diagnosticar (UDP, según sus siglas en inglés) y que se dedica a dar esperanza a pacientes que llevan toda una vida buscando una explicación a sus problemas de salud.
Este equipo de elite, que forma parte de los NIH (los Institutos de Salud de EEUU), utiliza el mismo método de trabajo que House. Primero estudian la historia clínica del paciente y enumeran sus síntomas, debaten con qué patologías pueden cuadrar y descartan otras, dan su veredicto y realizan todas las pruebas necesarias para confirmar su hipótesis. Sin embargo, en su caso diagnosticar una enfermedad lleva mucho más de los 60 minutos de la ficción.