Monthly Archive:: agosto 2010

Si bien el constructo personalidad es sumamente complejo y en ocasiones se torna bastante escurridizo, sobre todo en el momento en que se debe detallar, lo cierto es que a través de los textos que escribimos podemos hacernos una idea de quién es la persona qué está detrás de esas letras hilvanadas e incluso podemos formarnos una visión muy general de su personalidad.

Los neuróticos, por ejemplo, tienen una fuerte propensión a utilizar palabras de significado negativo mientras que las personas muy sociables prefieren usar palabras de sentido positivo. Ahora Tal Yarkoni, investigador del Departamento de Psicología y Neurociencia de la Universidad de Colorado, ha extendido estas ideas de investigación a la blogosfera analizando el contenido de 694 blogs (contentivos de un promedio de 115 000 palabras escritas en un periodo de dos años) y posteriormente analizó las personalidades de los bloggers a través de un cuestionario online de personalidad.

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Tener un padre transexual no es signo de vergüenza, burlas o rechazo social. La ignorancia y desinformación de la sociedad es lo que da pie a que este tipo de sentimientos surjan

Cuando en un matrimonio se entera la esposa que su marido es transexual comienzan las dificultades en la relación, es comprensible que la esposa se sienta traicionada en lo más profundo de su ser, puesto que ha vivido una mentira y ha estado casada con otra mujer.

En algunos casos podemos decir que lo que lleva a una mujer transexual a ocultar su verdadera esencia es el temor a la soledad y a la pérdida del ser amado, recordemos que un transexual es un humano como cualquier otro que puede amar, sentir, desear, tener sueños, miedos y cometer errores, estas cualidades del ser humano pueden llevar a mantener una mentira por el temor de perder a una persona que ha llegado a amar, por miedo a la soledad o al rechazo social.

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¿Ha tenido usted alguna vez la sensación de que las horas, los días y las semanas pasan  sin haber hecho las cosas que debía? Las crisis, las interrupciones y los errores inesperados llevan a “agonizar en lugar de organizar”.

El presidente de una compañía muy importante pidió un consejo a un experto para que le organizara su tiempo. He aquí lo que le dijo: “Escriba las seis cosas más importantes que tiene que hacer mañana y enumérelas en orden de importancia.

Empiece a trabajar en la número uno hasta que haya terminado. Luego pase a la segunda y así sucesivamente. No se preocupe si logra terminar únicamente dos de los puntos al final del día. Lo esencial es hacer primero lo que es más importante”

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Recientes investigaciones han afirmado que se ha ido acortando la etapa infantil de forma considirable, al crecer la adolescencia precoz

La adolescencia llega antes. Se avanza hasta los 11 años, momento en el que los menores comienzan a tener sensaciones, por tradición, ligadas al periodo adolescente y a los adultos.

El motivo que conduce a menudo a este cambio es no haber jugado ni leído lo suficiente, que provoca que los menores no sepan esperar y deseen las cosas de forma precipitada.

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Hay que convivir con él y seguir adelante

En una sociedad, como la nuestra, que estimula la competitividad como «modus vivendi» y encumbra a los ganadores sin grandes miramientos al precio que han pagado por serlo, está fatal visto ser un perdedor.

En realidad, ser «un fracasado» es un estigma, uno de los peores calificativos que podemos atribuir a una persona. Pero vayamos por partes. Ni la familia ni la escuela, ni mucho menos los medios de comunicación, nos han educado para asumir las derrotas y digerir los fracasos sin traumas que amputen nuestra capacidad de reacción o afecten gravemente a nuestro bienestar personal. Ese rechazo social del fracaso va configurando en nosotros un fuerte mecanismo defensivo, una dificultad a reconocer los fallos o nuestras propias limitaciones. Quizá esta incapacidad se deba a que entre los derechos humanos no se halla el de cometer errores y responsabilizarse de ellos.

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