Psicológicos, físicos, sociales, sexuales… Los complejos, muchos arrastrados desde la infancia, pueden limitar el desarrollo, la percepción y la vida de quien los padece
Los complejos psicológicos son respuestas que genera nuestra mente ante una discapacidad o una diferencia con los demás. En la mayoría de los casos, se trata de pensamientos irracionales que atormentan a la persona. Aunque a menudo pasan desapercibidos por el entorno, quien los padece les da un valor sobredimensionado. De ahí el malestar que producen.
Muchos complejos aparecen en la infancia y se ven reforzados y mantenidos a lo largo de los años. Se relacionan con presiones, comparaciones y errores del entorno familiar que, más o menos inconscientemente, imponen al niño un modelo de perfección. Los complejos están fuertemente relacionados con la autoestima y pueden llegar a influir y condicionar la vida de quien los padece, incluso pueden impedir disfrutar de determinadas cosas o llegar a limitar nuestro desarrollo y nuestra vida en general.
Que nuestra sociedad actual está viviendo un momento de apogeo del narcisismo como un tema central de la cultura, es un hecho en el que coinciden sociólogos, antropólogos o psicólogos y psicoanalistas. También es un hecho que el ego, la vanidad o la auto-exaltación, componentes del narcisismo, en parte son el resultado de una estrategia de adaptación de la especie humana y de los propios individuos en la especie.
La envidia es un fenómeno psicológico muy común que hace sufrir enormemente a muchas personas, tanto a los propios envidiosos como a sus víctimas. Puede ser explícita y transparente, o formar parte de la psicodinámica de algunos síntomas neuróticos. En cualquier caso, la envidia es un sentimiento de frustración insoportable ante algún bien de otra persona, a la que por ello se desea inconscientemente dañar. ¿Por qué?