En Estados Unidos, algunas parejas que se divorcian se han visto obligadas a seguir viviendo juntas por razones financieras.
Rhonda Brewster y su marido han decidido que ya no quieren seguir casados. Pero, aunque están listos para disolver su matrimonio, todavía no pueden mudarse a otra parte.
No quieren vender su casa, localizada en Huntsville, en el estado de Alabama, ya que se ha devaluado por las condiciones del mercado. Y no pueden mantener dos viviendas a la vez hasta que Rhonda Brewster consiga un trabajo estable. Así que, por ahora, viven bajo el mismo techo pero en pisos diferentes.
«Los niños no tienen problemas con la situación», dice Brewster, una escritora freelance de 39 años que trabaja desde casa. «Saben que su mamá vive arriba y su papá vive en el sótano».
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