El mal ocasiona sensaciones molestas en las piernas al dormir que activan una urgencia incontrolable de moverlas para sentir alivio. Un estudio desentrañó su origen.
El síndrome de las piernas inquietas tiende a manifestarse en grupos familiares, según confirmó un estudio realizado en Canadá.
El equipo del doctor Guy Rouleau, del Hospital Universitario de Montreal, halló que los hijos y las hijas de personas con el síndrome tenían el doble de riesgo de padecerlo. En cambio, éste se cuadruplicaba en los hermanos y hermanas. El síndrome causa sensaciones molestas en las piernas al dormir que activan una urgencia incontrolable de moverlas para sentir alivio.
Se desconoce la causa de la enfermedad. Hasta ahora, no existía un estudio sistemático realizado en familias, advirtió el equipo en Archives of Neurology. Por lo tanto, se desconocía el riesgo familiar de desarrollar el síndrome. Para eso, el equipo estudió a 671 personas con diagnóstico de la enfermedad en Quebec, Canadá.
El grupo incluyó a 192 pacientes evaluados en una clínica del sueño y a 479 integrantes de familias afectadas, que respondieron un cuestionario diagnóstico estructurado. El equipo determinó que por cada persona con el síndrome, existía un 77 por ciento de probabilidad de que otra persona en su familia desarrollara el trastorno.
El hijo y la hija de un paciente es casi dos veces más propenso que la población general a tener piernas inquietas. El equipo estimó que el 10 por ciento de la población general tiene el síndrome, es decir, el riesgo de un hijo o hija de una persona afectada es del 20 por ciento.
Los hermanos de los pacientes son cuatro veces más propensos a tener la condición. Y las mujeres tienden a desarrollar la forma «familiar» del síndrome. El embarazo, la artritis y la deficiencia de hierro les aumenta el riesgo de sufrir piernas inquietas. Según Rouleau, la deficiencia de hierro sería un problema clave detrás del síndrome, lo que explicaría su relación con el embarazo (un momento en el que muchas mujeres tienen anemia) y la enfermedad renal, que también provoca la deficiencia de hierro.
«Si una persona sufre piernas inquietas, lo primero que hay que hacer es medirle el nivel de hierro en el organismo», dijo.
Si es anémica, agregó, los suplementos de hierro alivian el síndrome. Los investigadores sospechan también de un desequilibrio en la actividad de la dopamina, una sustancia química cerebral que regula el movimiento. A veces, se usan fármacos que aumentan la actividad de la dopamina, como Requip y Mirapex, para tratar la condición. Aunque el síndrome de piernas inquietas se describió por primera vez en la década de 1950, «se dice que es la enfermedad más común sobre la que los médicos no saben nada», dijo Rouleau a Reuters Health.
Los detractores sostienen que el síndrome es una enfermedad que a industria farmacéutica trata de instalar para convencer a personas con síntomas leves de que necesitan medicamentos. Pero Rouleau no está de acuerdo. «Es exactamente lo opuesto: las personas con la enfermedad no se dan cuenta de que tienen que hacer algo para sentir alivio, o van al médico y el profesional ignora de qué se trata».
El especialista concluyó que el síndrome es muy común en los canadienses franceses (hasta el 15 por ciento lo tiene) y en los descendientes de países de Europa o de Oriente Medio, no así en los afroamericanos y los asiáticos.