Hubo una época en que la carne era un lujo, o al menos algo especial para la mayoría de la gente, como preparar un asado para la cena del domingo u ordenar un bistec en un restaurante. Ya no. La cantidad promedio de carne consumida por persona se ha duplicado en las últimas cuatro décadas, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación. Una gran parte de este crecimiento se da en países en vías de desarrollo, como China e India.
Ahora, un nuevo estudio de más de 500 mil estadounidenses ha ofrecido la mejor evidencia hasta la fecha de que nuestra afinidad por la carne ha cobrado un precio alto en nuestra salud y limitado nuestra longevidad.
El estudio encontró que, en igualdad de circunstancias, los hombres y las mujeres que consumieron mayor cantidad de carne tienen probabilidades de morir más pronto, especialmente, a causa de uno de nuestros dos asesinos principales, la enfermedad cardiaca y el cáncer, que la gente que consumió cantidades mucho menores.
Los resultados del estudio, de una década de duración, se publicaron en la edición del 23 de marzo de The Archives of Internal Medicine. Dicho estudio, dirigido por Rashmi Sinha, epidemiólogo nutricional en el Instituto Nacional del Cáncer, involucró a 322.263 hombres y 223.390 mujeres con edades entre 50 a 71 años. Cada participante llenó cuestionarios detallados sobre la dieta y otros hábitos y características, entre ellos fumar, hacer ejercicio, el consumo de alcohol, la educación, el uso de suplementos, el peso y los antecedentes familiares de cáncer.
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