En los 15 años transcurridos desde que se celebró en Durban (Sudáfrica) la Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y las Formas Conexas de Intolerancia, el mundo indudablemente ha avanzado mucho en el logro de la igualdad de derechos y la no discriminación. Los Estados Miembros han promulgado nuevas leyes y salvaguardias, y han establecido nuevas instituciones dedicadas a la promoción y la protección de los derechos humanos. Las organizaciones de la sociedad civil de todo el mundo que trabajan para combatir el racismo son cada vez más activas y visibles.
Sin embargo, aún no hemos hecho lo suficiente. Hoy somos testigos de un incremento de la intolerancia, las opiniones racistas y la violencia impulsada por el odio. El control policial con sesgo racista y la violencia contra ciertas comunidades van en aumento. Las dificultades económicas y el oportunismo político están desencadenando una intensificación de la hostilidad hacia las minorías, que se manifiesta más directamente en la intolerancia, los ataques y la violencia contra los refugiados, los migrantes y, en particular, los musulmanes.
Los partidos políticos de extrema derecha fomentan la división y los mitos peligrosos. Incluso partidos otrora de centro han endurecido su postura, países antes moderados presencian un marcado aumento de la xenofobia, y voces que solían ser sensatas han aprovechado los temores para constituirse en un peligroso eco de los capítulos más oscuros del siglo pasado.
Todo ello aumenta el riesgo de fracturas de la sociedad, inestabilidad y conflicto. En estos tiempos tumultuosos, debemos defender los derechos y la dignidad de todos, la diversidad y el pluralismo. Debemos denunciar el antisemitismo, la intolerancia contra los musulmanes y otras formas de odio. Un atentado contra una comunidad minoritaria es un ataque contra todos.
La Declaración y Programa de Acción de Durban sigue siendo el marco más amplio para la adopción de medidas nacionales, regionales e internacionales contra el racismo. Sin embargo, me preocupa que la determinación colectiva que permitió alcanzar un acuerdo tan trascendental se vea socavada por la conveniencia política.
En Durban, la comunidad internacional reconoció que ningún país podía afirmar que estuviera libre de racismo. Esto sigue siendo cierto hoy. Debemos tener muy presentes las innumerables víctimas de la discriminación racial. Mediante la aplicación de los acuerdos de Durban, podemos mejorar la situación no solo de quienes sufren más profundamente, sino de la humanidad en su conjunto. Unámonos para asegurar la dignidad, la justicia y el desarrollo para todos.
Ban Ki-moon