Suponga que anoche tuvo dos sueños. En uno, Dios aparece y le ordena que se tome un año de descanso y viaje por el mundo. En el otro, Dios le ordena que se tome un año de descanso y trabaje en una comunidad de leprosos. ¿Cuál de esos sueños creería que tiene más significado?
O suponga que tuvo un sueño en el que un amigo suyo lo defiende de sus enemigos y otro en el que el mismo amigo actúa a sus espaldas e intenta seducir a su pareja. ¿Cuál sueño tomaría en serio? Preguntas difíciles, pero ahora los científicos sociales tienen las respuestas. Podemos comenzar a hacer distinciones, gracias a una seríe de estudios de más de mil personas realizados por dos psicólogos, Carey Morewedge, de la Universidad Carnegie Mellon, y Michael Norton, de Harvard.
Los psicólogos comenzaron por preguntarles a estudiantes en tres países (India, Corea del Sur y Estados Unidos) qué tanto significado le daban a los sueños. En los tres países, la mayoría creía que los sueños revelan emociones inconscientes importantes. También consideraban que los sueños podían ser presagios valiosos, como se demostró en un estudio en el que se les pidió que imaginaran que estaban a punto de realizar un viaje en avión.
Si, en vísperas del viaje, soñaban que el avión se estrellaba, era más probable que cancelaran el viaje que si hubieran visto la noticia de un accidente real en su ruta. Pero cuando se les pidió que recordaran sus propios sueños, le asignaban mayor significado a un sueño negativo si era sobre alguien que les desagradaba y, por consiguiente, le daban más peso a un sueño positivo si era sobre un amigo.
Una predisposición similar apareció cuando se le pidió a la gente que imaginara que había tenido sueños diversos protagonizados por un amigo o una deidad. La gente calificó el sueño sobre el amigo que los protegía de un atacante como más «significativo» que un sueño en el que su pareja era infiel al besar a ese mismo amigo.
La gente que creía en Dios mostró más propensión que los agnósticos a verse influida por apariciones divinas. Pero incluso los no creyentes mostraron debilidad por ciertos sueños celestiales, como uno en el que Dios les ordenaba tomarse un año para viajar por el mundo.
Las predisposiciones autoindulgentes de los soñadores fueron diplomáticamente definidas como «enfoque motivado a la interpretación de los sueños» por Morewedge y Norton en una publicación de psicología. Cuando se le preguntó si este «enfoque motivado» también podría afectar a los investigadores de sueños, Morewedge señaló a la tendencia de Freud de encontrar lo que buscaba, sexo, en su «Interpretación de los sueños». «Esto se podría interpretar como evidencia de que los científicos son iguales que el resto de la gente al interpretar sus sueños».
Morewedge Y Norton señalan que los sueños pueden ser indicadores del estado emocional de la gente. También pueden convertirse en profecías que se cumplen solas simplemente porque la gente se las toma tan en serio, explicaron. Los sueños de infidelidad conyugal podrían resultar en acusaciones y amargura, que podrían llevar a una real.