¿Cuál de estas afirmaciones es falsa?
1. Usamos sólo 10% de nuestro cerebro.
2. Un entorno lleno de estímulos mejora los cerebros de los niños preescolares.
3. Los individuos aprenden mejor cuando reciben información en su estilo de aprendizaje preferido, ya sea auditivo, visual o kinestético.
Si escogió la primera, felicitaciones. La idea de que sólo usamos 10% de nuestro cerebro es claramente falsa. Aun así, se ha penetrado tanto en la cultura popular que, entre psicólogos y neurocientíficos, es conocida como el mito del 10%. Contrario a la creencia general, el cerebro completo está en uso, ya que las neuronas que no trabajan se mueren y los circuitos que no se usan se atrofian. Informes de investigaciones de neuroimágenes pueden perpetuar el mito al mostrar apenas un pequeño número de áreas «encendidas» en un encefalograma, pero esas son las que tienen más de un nivel básico de actividad; las regiones oscuras no están inactivas ni inutilizadas.
¿Estuvo de acuerdo con las otras dos afirmaciones? Si fue así, cayó en la trampa. Las tres afirmaciones son falsas, o al menos no están sustentadas con evidencia científica. Desafortunadamente, si respondió incorrectamente a alguna de ellas, no está solo.
Estos «neuromitos», junto con otros, fueron presentados a 242 profesores de primaria y secundaria en Holanda y el Reino Unido como parte de un estudio realizado por Sanne Dekker y sus colegas en la Universidad Libre de Ámsterdam y la Universidad de Bristol, y que acaba de ser publicado en la revista Frontiers in Psychology. Los investigadores hallaron que 47% de los profesores creían en el mito del 10%. Es más, 76% creía que enriquecer el entorno de los niños fortalecería sus cerebros.
Esta creencia puede haber surgido de evidencia de que las ratas criadas en jaulas con elementos como una rueda para hacer ejercicio, túneles y otras ratas mostraron mayores habilidades cognitivas y mejoras en la estructura cerebral que las que crecieron aisladas en jaulas que no tenían nada. No obstante, tales experimentos sólo mostraron que un ambiente verdaderamente pobre y no natural resulta en un desarrollo más pobre que el que se da en un entorno más natural con oportunidades para jugar e interactuar. Quiere decir que una crianza encerrada o sin ningún contacto humano puede perjudicar el desarrollo del cerebro de un niño. No quiere decir que enriquecer el ambiente de un niño más allá de lo que es típico (por ejemplo, con una constante exposición a videos didácticos) impulsará el desarrollo cognitivo.
El mito sobre los estilos de aprendizaje fue el más popular: 94% de los profesores creía que los estudiantes tenían un mejor desempeño cuando las lecciones se daban en su estilo preferido. Es cierto que los estudiantes tienen preferencias sobre la forma en la que aprenden, pero el problema es que estas preferencias tienen poco que ver con la efectividad de su aprendizaje.
Daniel Willingham, psicólogo cognitivo, explicó esto en su libro de 2009 ¿Por qué a los niños no les gusta ir a la escuela? En las mejores pruebas de la teoría de los estilos de aprendizaje, los investigadores determinan primero los estilos preferidos de los estudiantes y luego les asignan al azar un método de instrucción que puede coincidir con la preferencia o no. Por ejemplo, en un estudio, los estudiantes recibieron en forma verbal o visual un conjunto de objetos para memorizar. En general, la presentación visual (como fotos) resultó en una mejor memoria, pero no hay una relación entre las preferencias de los estudiantes y el estilo de la instrucción. Un estudio que comparaba la «percepción» con la «intuición» en el aprendizaje de nuevos procedimientos por parte de médicos residentes produjo conclusiones similares.
Sin dudas, los buenos maestros detectan cuando los estudiantes están teniendo problemas o progresando y ajustan las lecciones según el caso. Los estudiantes con discapacidades tienen necesidades particulares que deben ser atendidas. Pero una evaluación integral encargada por la Asociación para la Ciencia de la Psicología de Estados Unidos concluyó que esencialmente no hay evidencia de que personalizar los formatos de instrucción para adaptarlos a los estilos de aprendizaje preferidos por los estudiantes conduce a mejores logros. Esto es una crítica no para los profesores (nosotros mismos somos profesores), sino a la intuición humana, que considera la afirmación sobre los estilos de aprendizaje tan evidente que es difícil aceptar que esté equivocada.
Irónicamente, en el estudio del grupo de Dekker, los profesores que más sabían de neurociencia también creían en la mayor cantidad de mitos. Aparentemente los maestros que se entusiasman con la expansión de su conocimiento sobre la mente y el cerebro tienen problemas para diferenciar lo que es verdad o ficción. Los neuromitos tienen tanto atractivo intuitivo, y se expanden tan rápido en campos como el de los negocios y el de autoayuda, que erradicarlos del consciente popular podría ser una tarea fútil. Pero reducir su influencia en el salón de clases sería un buen comienzo.
—Chabris es profesor de psicología de Union College. Simons es profesor de psicología en la Universidad de Illinois. Son coautores de ‘The Invisible Gorilla, and Other Ways Our Intuitions Deceive Us’.