Dicen que el éxito cuando se trata de innovación consiste no tanto en tener buenas ideas, como en llevarlas a la práctica. Dicen que nos sobran buenas intenciones, nos sobran sueños y nos falta acción. Por eso la gran palabra mágica es actúa: ¡Hazlo! Sí, sí no pienses, pues el universo conspira a favor de los que se atreven actuar, sin tener todos los datos, los que deciden que ya cambiarán de rumbo por el camino o incluso de destino.
Pero, también dicen que el éxito cuando se trata de hacer cosas innovadoras consiste en saber salir de la caja de vez en cuando, en pararse y dejar de actuar: ¡Párate!. La acción, especialmente la basada en el hábito, nos adormece nuestra capacidad de plantearnos por que hacemos lo que hacemos. Estamos tan ocupados haciendo cosas que nos olvidamos de plantearnos los “porqués” y vamos perdidos en la falsa seguridad de la acción que actúa como tranquilizante.
Parece que para innovar deberás pensar en cosas que aparentemente son contrapuestas son ciertas. Para buscar en lo opuesto cierta coherencia parece clave que entendamos que innovar es una actitud que se basa en desafiar lo establecido, especialmente, lo que han establecido nuestros mecanismos automatizados de pensamiento en nuestro cerebro.
Actúa no pienses: la innovación es acción
La idea que esta impregnado los nuevos tiempos es que hay que ir muy rápido, tan rápido que sea frecuente el error, y la corrección,.. si no te equivocas es que no vas suficiente rápido.
Son malos tiempos para los perfeccionistas y los grandes planificadores, estos están pensando mientras otros actúan y van corrigiendo, aprendiendo por el camino.
Son malos tiempos para los indecisos, los cómodos o los que tienen miedo a lo desconocido. La intuición tiene más valor que la planificación. Tener los criterios para poder calcular un ROI (Retorno de la Inversión) fiable es esperar una muerte casi segura.
El cambio acelerado requiere nuevas personas que sientan el placer de la acción: comenzar, equivocarse, corregir, actuar, equivocarse, corregir actuar,…
La innovación es acción, ideas en rápido movimiento: la planificación ha muerto.
Piensa no actúes: la innovación es pensar fuera de la caja
Se diría que vivimos en un mundo de robots donde actuamos de acuerdo a viejos esquemas mentales sin plantearnos las cosas que hacemos a diario. El entorno hostil y el estrés sólo hacen que actuemos mejor y de forma más rápida, no diferente. Las emociones convierten nuestra acción en hábitos que nos dan seguridad pero que no sabemos cambiar. Y el cambio sólo consigue que actuemos más rápido sin reflexionar.
La incertidumbre y la angustia del cambio nos hace que lo emocional nos manipule aún más, la neurociencia nos muestra lo poco racionales que somos y como se crea el efecto túnel, con efectos muy parecidos a la distorsión óptica que sufren los pilotos de avión: a mayor velocidad, menos capacidad de ver el entorno y más concentrados nos encontramos en lo que hacemos.
Se hace necesario pensar fuera de la caja “Think out of the box” necesitamos pararnos y reflexionar sobre nuevas formas de hacer las cosas, nuevas ideas subversivas que provoquen olvidar las normas e ignorar los esquemas establecidos que muchas veces nos aprisionan sin saberlo.
El innovador debe salir de la caja, enfrentarse a lo desconocido, superar las barreras emocionales, potenciar ese maltratado rincón consciente y reflexivo de nuestro cerebro, que por mucho que nos guste pensar que es quien manda, no suele hacerlo. Recuperar nuestra capacidad de repensar es lo que nos permite avanzar: Sí, se hace necesario parar de actuar como autómatas en un mundo prediseñado.
La acción es la muerte, no actúes, párate y sólo por un momento planifica y piensa antes de actuar.
Nuestro cerebro nos miente
Enfoques aparentemente contradictorios pueden ser ciertos a la vez, por eso se hace importante aquello de nunca creas en nada de lo que oigas, solo cree en la mitad de lo que ves, pero sobretodo desconfía de lo que crees -de lo que piensas-.
Nuestro cerebro es una máquina que actúa para hacernos felices y sobrevivir pero no siempre es buena para analizar la realidad, diríase que nos miente y esto a veces suele ser útil, pero otras no. Y en lo que se refiere al comportamiento innovador es especialmente importante tenerlo en cuenta.
No nos dejemos engañar por la falsa seguridad de planificar que disminuye riesgos, ese querer y no atreverse, ese avanzar y detenerse, esa lentitud que en épocas rápidas es lo más arriesgado.
No nos dejemos engañar por la falsa seguridad que nos da el hábito, la energía que ahorramos por no replantearnos lo que hacemos se convierte en una cárcel de nuestras percepciones y nos aleja de nuestro entorno.
La innovación hace necesario que conozcamos los atajos de nuestro sistema nervioso central para en la medida de lo posible de vez en cuando nos preguntemos si lo que creemos, si lo que pudo haber sido y al final no sucedió fue debido a una trampa de nuestro cerebro.
La solución es difícil, pero probablemente como decía Kierkegaard la puerta de la felicidad se abre hacia adentro y hay que retirarse para abrirla: si uno la empuja, la cierra cada vez más. Necesitamos de vez en cuando buscar momentos para mirar hacia adentro y desconfiar de porque hacemos lo que hacemos y como lo podemos hacer mejor. Esta es la verdadera base del comportamiento innovador replantearse que hacemos y como lo hacemos.