Nancy Friday fue una de las primeras autoras en exponer, allá por los años 70, las fantasías sexuales femeninas de una forma abierta en su libro «Mujeres Arriba». Según la norteamericana, las fantasías sexuales responden a la necesidad de variar e innovar que experimentan la mayoría de las parejas, afirmación que suscriben muchos expertos. Mientras en las fantasías masculinas predominan los estímulos visuales, en las femeninas abundan los susurros y los circunloquios románticos. Algunas mujeres las viven con tanta convicción que llegan a alcanzar el orgasmo.
Decía Betty Dodson, sexóloga y pionera en la defensa de las ventajas de la masturbación que las fantasías sexuales son esenciales para que una persona aprenda a ser orgásmica. Si tenemos en cuenta que, por lo general, el proceso de excitación y consecución del orgasmo es más lento en las mujeres que en los hombres, tienen que ser ellas las principales interesadas en tener pensamientos eróticos como manera de acelerar la excitación en cualquiera de esas fases.
Por otro lado, según la sexóloga Sonia Blasco, autora de libros como «Camino al orgasmo» y «Una etapa vital: menopausia», las mujeres sexualmente activas muestran casi el doble de actividad mental que las vírgenes y son las mujeres con bajo deseo sexual las que fantasean con menor frecuencia. Además, ocho de cada diez españoles fantasea cuando se va a la cama y el dos por ciento restante fantasea muy poco o nada.
Las fantasías sexuales femeninas suelen desarrollarse en un escenario exótico que le aleje de la rutina doméstica: una playa virgen, una selva, un palacio…
Los sucesivos progresos de la mujer en distintos ámbitos de la vida social, más conocidos como «liberalización de la mujer» también se han dejado notar en el terreno de las fantasías sexuales: cada vez son más frecuentes las fantasías femeninas en las que la mujer busca el goce total. Deja de ser una mujer objeto para convertirse en sujeto de su propio deseo erótico.
En general, todos los expertos coinciden en los beneficios que las fantasías sexuales de una persona aportan a la vida sexual de una pareja pero es en la conveniencia de compartirlas o no donde se detecta una ligera discrepancia. Mientras que para algunos, como la propia Sonia Blasco, compartir las fantasías es un riesgo, porque implica creer que el otro puede comprender y satisfacer todos tus deseos, para otros, como la doctora Laura Caldiz, fantasear conjuntamente es una buena terapia avivar la llama de la pasión, atenuada por la rutina del trabajo, los hijos y el mantenimiento de la casa.
Fantasías más frecuentes
Cambiar la identidad del amante es la fantasía más repetida entre las mujeres, quizás por aquello de huir de la rutina. También es frecuente fantasear con atribuirle al amante habilidades y preludios eróticos, convertirlo en un hábil masajista o ponerle y quitarle años.
Pocas son las mujeres que fantasean con ser violadas o con ver a dos hombres en el juego amoroso, aunque también se dan casos.
Por otro lado, entre las fantasías más temidas se encuentra la protagonizada por un desconocido, puesto que algunas mujeres lo ven como una señal de infidelidad. Sin embargo, no hay que dejar de pensar que se trata de una fantasía.
Asimismo, suele despertar preocupación el hecho de imaginar relaciones homosexuales por si es indicativo de un posible conflicto de identidad sexual. No obstante, según los expertos, todos tenemos impulsos bisexuales.
Hoy en día, gracias a la revolución tecnológica, contamos con un medio idóneo para expresar nuestras fantasías y conocer las de los demás de una manera anónima: Internet. Son frecuentes los chats en los que se intercambian todo tipo de pensamientos eróticos sin complejos ni riesgos. No hay más que dejar volar la imaginación.