Leyes laxas ubican a los británicos en los que más toman entre los países desarrollados
Cerca de la medianoche de un sábado reciente, Annelies Hopkins, de 19 años, hizo un inventario de su celebración de la velada: media botella de Jack Daniel’s, cuatro pintas y seis botellas de cerveza.
Mientras esperaba en fila en el Lloyds No. 1 Bar, Hopkins, que durante el día trabaja de secretaria, afirmó que no tenía intenciones de bajar el ritmo. «¡No, aumentarlo!», exclamó. Hopkins y su hermana, vestidas con tops sin mangas a pesar del frío, estallaron en carcajadas.
Este tipo de salidas escandalosas convierte al panorama del fin de semana en la capital de Gales en una escena de la película de terror La noche de los muertos vivientes. Jóvenes embriagados van dando tumbos por las calles en medio de basura y vidrios rotos, mientras la policía trabaja tratando de mantener el orden y atender a quienes necesitan ayuda.
El Reino Unido enfrenta un aumento en el consumo de alcohol que según muchos está alimentando el desorden público y la violencia. El abuso de alcohol y el «comportamiento antisocial» se han convertido en un tema de la campaña para las elecciones generales del país, que se celebrarán el 6 de mayo. Los políticos han propuesto soluciones que van desde la fijación de precios para las bebidas alcohólicas hasta la prohibición de promociones en bares y un uso más amplio de vasos de plástico en lugares donde los vasos de cerveza rotos acaban siendo usados como armas.
El problema del Reino Unido es especialmente llamativo debido al contraste con lo que ha estado ocurriendo en muchos otros países industrializados. El consumo de alcohol per cápita en el Reino Unido aumentó 19% entre 1980 y 2007, comparado con un descenso de 13% en todos los 30 países que integran la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), según los datos más recientes. El consumo promedio durante ese período cayó alrededor de 17% en Estados Unidos, 24% en Canadá, 30% en Alemania y 33% en Francia, según la OCDE.
David Jernigan, un experto en alcohol de la Escuela Bloomberg de Salud Pública de la Universidad Johns Hopkins, en EE.UU., afirma que los impuestos más altos al alcohol y las restricciones al marketing han contribuido a los descensos registrados en muchos países. Pero en Gran Bretaña, sostiene, horarios de atención más prolongados en los pubs, alcohol barato en el supermercado y la aparición de «alcopops» —cócteles premezclados que son populares entre los bebedores jóvenes— han empujado las cifras en dirección contraria.
En Cardiff, el balance de una noche de viernes reciente puso en evidencia la magnitud del problema. La policía y los paramédicos respondieron a numerosas quejas de asalto y heridas, incluidos casos de personas embriagadas que se cayeron por escaleras y una joven que terminó a puñetazos con dos policías. Las calles principales para ir a beber en la ciudad estaban llenas de basura y botellas vacías. Los callejones y las puertas apestaban a orina.
Un empleado de un pub encontró a una joven tirada en la acera, vomitando y temblando en un vestido de cóctel rojo. Chris Williams, un «pastor callejero» voluntario que ayuda a Cardiff a lidiar con las víctimas de la vida nocturna, envolvió a la mujer en una frazada y la ayudó a sentarse en un banco. Usó el teléfono celular de la mujer y llamó a un número almacenado como «Mamá», y esperó hasta que la madre le viniera a recoger.
El británico promedio de 15 años o más bebe el equivalente a alrededor de 11,2 litros (cerca de tres galones) de alcohol puro por año, comparado con el promedio de la OCDE de 9,7 litros, y 8,6 litros en EE.UU. Más de 25% de la población británica «bebe a niveles peligrosos», según un informe reciente del Colegio Real de Médicos y la Confederación de Servicio de Salud de Gran Bretaña. El informe indicó que tratar enfermedades relacionadas al alcohol le costó al servicio de salud estatal 2.700 millones de libras esterlinas (unos US$4.000 millones) durante el año fiscal que terminó el 31 de marzo de 2007, casi el doble que el costo en 2001.
Alan Campbell, el funcionario del Ministerio del Interior británico a cargo de reducir el crimen, afirma que el ministerio tomó varias medidas para combatir problemas relacionados con el alcohol, como poner la mira en tiendas que les venden alcohol a menores, llevar a la corte a los padres de menores que beben y financiar campañas publicitarias que se burlan del comportamiento desaliñado de los bebedores de parranda.
Expertos en salud afirman que la disponibilidad de alcohol barato es un factor muy importante. Los supermercados del Reino Unido venden desde hace mucho tiempo alcohol con grandes descuentos o incluso a pérdida para atraer clientes y algunos investigadores de mercado afirman que los descuentos parecen haberse profundizado durante la recesión. Los precios bajos, a su vez, han llevado a algunos pubs y discotecas a reducir los precios de las bebidas y ofrecer promociones que incluyen «barra libre».
El año pasado, el consejero médico en jefe de Gran Bretaña, Liam Donaldson, afirmó que el país debería fijar un precio mínimo para el alcohol y advirtió que «el alcohol barato nos está matando como nunca antes».
Algunas empresas de bebidas alcohólicas y supermercados se oponen a la idea. Paul Walsh, presidente ejecutivo de la empresa de bebidas alcohólicas Diageo PLC, afirma que el gobierno tiene «problemas suficientes por los qué preocuparse y no debería estar enredándose con esto». Krishan Rama, vocero del Consorcio Minorista Británico, la principal asociación de comerciantes del país, agrega: «No creemos que un precio mínimo sea la solución. Creemos que la educación y un cambio en las actitudes culturales tendría un impacto mucho mayor».
Algunos pubs afirman que están cansados de los precios bajísimos de los supermercados y que verían con buenos ojos la implementación de leyes que impongan precios mínimos.
A medida que se acerca la elección, los partidos políticos del Reino Unido están poniendo medidas para frenar la situación. El gobernante Partido Laborista logró aprobar una legislación que prohíbe ciertas promociones de bebida. Los candidatos tanto del partido Laborista como del Conservador han prometido aumentar los impuestos sobre determinados tipos de alcohol.
Jeanne Whalen | Wall Street Journal