Antes de ser magnates, exitosos ejecutivos y laureados con el Nobel, estos hombres fueron rechazados por la universidad
Muy pocos eventos causan tanta angustia dentro de los adolescentes como no ser aceptados en una universidad. Pero los jóvenes rechazados se encontrarán en buena compañía: premios Nobel, filántropos multimillonarios, presidentes de universidades, exitosos escritores y otros líderes de los negocios, las artes y los medios de comunicación. Todos ellos se enfrentaron alguna vez a la negativa de las universidades.
El multimillonario inversionista Warren Buffett dice que ser rechazado por la universidad de sus sueños, Harvard, fue devastador, pero lo llevó a conocer mentores que le cambiaron la vida. Harold Varmus, premio Nobel de Medicina, afirma que el rechazo por partida doble de la Escuela de Medicina de Harvard pasó pronto al olvido y lo llevó a concentrarse en sus estudios de medicina en la Universidad de Columbia. Para el cofundador de Sun Microsystems, Scott McNealy, y el empresario Ted Turner, el no haber sido aceptados en la universidad fue sólo una nota a pie de página que aún recuerdan y de la que hablan sin ningún problema.
Los rechazos no son inusuales: Harvard sólo acepta un poco más de 7% de las 29.000 solicitudes de ingreso que recibe cada año, y la tasa de aceptación de Stanford es parecida.
«La verdad es que todo lo que ocurrió en mi vida… lo que en aquel momento pensé que era un evento devastador, resultó ser a la larga bueno», dice Buffett. Con la excepción de problemas de salud, afirma, los reveses «le enseñan lecciones que lo ayudan a seguir adelante. Usted aprende que una derrota temporal no es permanente. A la postre, puede ser una oportunidad».
Buffett considera que el rechazo de la Escuela de Negocios de Harvard cuando tenía 19 años fue un episodio clave en su vida. En retrospectiva, afirma, él no habría encajado bien en Harvard. Pero en aquel momento, «tuvo ese sentimiento de pavor» tras ser rechazado en una entrevista de admisión en Chicago y miedo a decepcionar a su padre.
Pero su padre respondió «sólo con amor incondicional… y confianza incondicional en mí», afirma Buffett. Al estudiar otras opciones, se dio cuenta de que dos expertos inversionistas que admiraba, Benjamin Graham y David Dodd, enseñaban en la escuela de negocios de la Universidad de Columbia. Se apresuró a enviar una solicitud de última hora y un golpe de suerte hizo que Dodd la recibiera y lo aceptara. De ambos mentores, dice Buffett, aprendió principios fundamentales que lo ayudaron en sus inversiones. El rechazado por Harvard significó una pérdida para esta universidad y una ganancia para el alma máter de Buffett. En 2008, donó más de US$12 millones a Columbia por medio de la Fundación Susan Thompson Buffett, según su declaración de impuestos.
La lección de que las cosas negativas se convierten en positivas se ha repetido en muchas ocasiones, afirma Buffett. El conocido inversionista tenía pánico a hablar en público, tanto que cuando era joven a veces vomitaba antes de dar un discurso. Así que se registró en un curso para hablar en público y, según dice, lo que aprendió le permitió cortejar a su futura esposa, Susan Thompson, «una campeona en debates». «Incluso le pedí la mano a mi mujer durante el curso», dice Buffett.
El presidente de la Universidad de Columbia, Lee Bollinger, era un adolescente cuando envió su solicitud de ingreso a Harvard. Bollinger dice que la experiencia cimentó su creencia de que dependía tan sólo de él definir sus talentos y potencial. Su familia se había mudado a una pequeña ciudad agrícola en Oregon, donde las oportunidades educativas escaseaban.
Cuando llegó la carta de rechazo de Harvard, aceptó una beca de la Universidad de Oregon y posteriormente se graduó de la Escuela de Derecho de Columbia. Su consejo: no deje que los rechazos controlen su vida. «Permitir que la evaluación de otros sobre usted determine su autoevaluación es un error craso», afirma. «En realidad, la pregunta debería ser: al final del día, ¿quién va a tomar la determinación sobre cuáles son tus talentos y tus intereses? Va a ser usted».
El doctor Varmus, galardonado con el premio Nobel de Medicina y presidente del centro de investigación y tratamiento de cáncer Memorial Sloan-Kettering Cancer Center en Nueva York, se sintió intimidado por el primero de los dos rechazos de la Escuela de Medicina de Harvard. En su lugar, se matriculó en estudios de literatura en la misma universidad, pero no se sintió inspirado al pensar en una carrera en ese campo.
Por partida doble
Después de un año, volvió a inscribirse en la Escuela de Medicina de Harvard y de nuevo lo rechazaron, en esa ocasión por un decano que lo reprendió en una entrevista por ser «inconsistente e inmaduro» y le aconsejó que se alistara en el ejército. Sin embargo, a la Escuela de Medicina de Columbia le pareció valiosa su «capacitación en dos culturas», la ciencia y la literatura, afirma Varmus.
Si lo rechaza la universidad de sus sueños, aconseja Varmus, involúcrese a fondo en la vida del centro universitario que le abre las puertas. «Las diferencias entre universidades, que parecen tan importantes antes de que llegue allí, parecen mucho menos importantes una vez que ingresa a la universidad que le ofreció una plaza», dice.
Algo parecido le ocurrió a John Schlifske, presidente de la aseguradora Northwestern Mutual, quien perdió el ánimo cuando recibió una carta de rechazo de la Universidad de Yale. Schlifske, un candidato a jugador de fútbol americano universitario «habría dado cualquier cosa por ir a Yale», afirma. El ejecutivo recuerda llegar a su casa del colegio el día que recibió la carta. «Mi mamá estaba muy emocionada y me la dio», afirma. Se le cayó el alma al piso cuando vio que el sobre era demasiado delgado, una señal de que no había pasado el proceso de admisión. «Fue devastador», añade.
Aun así, cree que tuvo una experiencia más profunda y enriquecedora en Carleton College en el estado de Minnesota. Schlifske dice que recibió una educación «fenomenal» y jugó en el equipo titular de fútbol americano en lugar de calentar la banca como podría haber sucedido en Yale. «Que te quieran es bueno», afirma.
Ted Turner dice que el tiempo ayuda a tener una mejor perspectiva sobre el rechazo. Cuando era joven, dice, sufrió por no haber sido aceptado en dos universidades, Princeton y Harvard. El fundador de CNN estudió en la Universidad de Brown, donde se convirtió en capitán del equipo de vela. Dejó la universidad después de que su padre dejara de pagar la matrícula y se unió a la empresa de vallas de la familia. Esa compañía fue la base de CNN. Años después, Brown le otorgó un grado universitario.
Tragedias familiares tuvieron un impacto más profundo en su vida, incluyendo el suicidio de su padre y la muerte de su hermana por una penosa enfermedad. «Que una universidad no lo acepte no se acerca en lo más mínimo al dolor causado por la pérdida de un ser querido. Eso es difícil de superar», dice Turner. Y luego agrega: «Quiero dejar en claro algo: todo lo que hice lo logré sin un título universitario, y aunque es mejor tener uno, usted puede tener éxito sin un diploma».
Sue Shellenbarger | Wall Street Americas