Antes de que Anthony «TJ» Cannata se suicidara a mediados de diciembre, el joven de 20 años subió una foto a su página de Facebook que lo mostraba con una pistola en la boca, una imagen que inquietó a los amigos y los familiares que visitaron el sitio para dejar mensajes de condolencia.

Su madre quería borrar la foto, pero pasó un mes antes de que Facebook decidiera quitarla. «Estaba horrorizada», dice Robin Cannata, de Winchester, en el estado de California.

Los perfiles en Internet se vuelven una parte cada vez más importante de la vida de muchos y esto representa un reto para familiares y amigos de alguien que fallece y deja atrás cuentas de Facebook, Twitter y correo electrónico.

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