Soy consciente de que muy pocas personas como yo han tenido la fortuna de poder obtener una formación universitaria tanto en ciencias naturales como en ciencias humanas. Inicié mis estudios universitarios en la facultad de arquitectura, donde cursé cuatro años completos. Allí aprendí los fundamentos básicos de cálculo, álgebra, geometría y mecánica, además de otras disciplinas relacionadas con la estética y el diseño, el urbanismo o la ingeniería de construcción.

Después de cursar los cuatro primeros años, obteniendo buenas calificaciones, decidí abandonar arquitectura e iniciar mi formación en psicología. A pesar de toda la ilusión puesta en esta decisión, mis primeros encuentros con los estudios de psicología me desconcertaron ya para siempre. Casi no podía creer lo que estaba viendo y oyendo. En arquitectura tuve alguna que otra discusión con algún profesor en relación a la falta de rigurosidad en determinados planteamientos. Pero lo que ocurría en la facultad de psicología era muchísimo peor. Enseguida me di cuenta de que había ido a parar a otro mundo, un mundo en el que la ciencia, tal y como yo la conocía, no existía, por mucho que los profesores no parasen de afirmar el carácter científico de la disciplina.
Foxconn, la fábrica china donde se ensamblan miles de iPods, iPhones e iPads, ha estado bajo el escrutinio mundial en el último tiempo debido a la gran cantidad de suicidios ocurridos en la planta, que llevaron a la empresa a traer monjes para hacer un exorcismo de las almas en pena que quedaron ahí.
¿No sería un alivio finalmente entender lo que está sucediendo detrás de esos ojos bonitos? ¿Por qué, por ejemplo, la mujer de su vida en un momento se encuentra serena, y apocalíptica al siguiente? ¿Cómo puede recordar detalles sobre su vida que ni siquiera usted recuerda? ¿Y que cuando se toma todo tan personal? Toma notas sobre la química del cerebro femenino. He aquí cómo adaptar su cortejo a su corteza, hipocampo, etc.


Incluso cuando se emulan errores ajenos, este comportamiento fomenta la innovación
EL 25% de los pacientes que sufren estos temblores no mejoran con la terapia habitual