Jugar a videojuegos violentos puede hacer que algunos adolescentes se vuelvan más hostiles, en especial aquéllos que tienden a enfurecerse con mayor facilidad, pero, para otros, pueden servir para aprender nuevas habilidades y mejorar sus relaciones sociales.

Esto es lo que se desprende del análisis de varios estudios que examinaron los usos potenciales de los videojuegos como medio para mejorar habilidades espacio-visuales, como ayuda para sobrellevar trastornos como la diabetes o el dolor y como herramienta complementaria en psicoterapia.

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