En general, mentimos para obtener algún beneficio, poder, estatus, dinero, sexo
La mentira forma parte de nuestras vidas. Los humanos somos mentirosos natos. Engañar nos permite conseguir lo que queremos mediante la manipulación y la explotación de otros individuos.
En general, mentimos para obtener algún beneficio, poder, estatus, dinero, sexo. La mentira bien hecha es un pasaporte al éxito. Por eso mentimos.
Así lo considera uno de los mayores estudiosos de la mentira, el filósofo David Livingstone Smith, director del Instituto de Ciencias Cognitivas y Psicología Evolutiva de la Universidad de Nueva Inglaterra (EE.UU.) y escritor del libro ¿Por qué mentimos?: las raíces evolutivas de la mentira y del inconsciente.
Mentir es ventajoso, por eso la evolución, que selecciona rasgos que son ventajosos para los individuos, la ha integrado en la naturaleza humana. “Mentimos de forma espontánea, de igual manera que respiramos o sudamos”, subraya.
Así, se estima que cada día oímos o leemos más de 200 mentiras. La mentira se encuentra en todo el reino natural. Existen plantas que tienen flores que parecen avispas hembra para atraer a los machos, que se llevan pegado el polen a otra flor y así la polinizan, serpientes que fingen ser venenosas para ahuyentar a depredadores y orugas que fingen ser serpientes con el mismo fin.
Centenares de ejemplos
Hay cientos de ejemplos de engaños en la naturaleza para obtener beneficios. Los seres humanos mentimos mucho mejor que otros animales porque somos inteligentes y por lo tanto flexibles a la hora de adaptar nuestras mentiras a distintos entornos y situaciones.
La mentira no se ciñe simplemente al hecho de decir cosas que no son verdad. También mentimos al ocultar información, o al decir algo que es verdad de manera tal que el interlocutor crea que es falso.
Podemos mentir sin utilizar las palabras, a través de una sonrisa falsa, al andar o adquirir posturas que aparentan confianza en uno mismo o mediante el uso de cosméticos que disfrazan nuestra apariencia real.
Inteligencia maquiavélica
Los primatólogos Richard Byrne y Andrew Whiten son los pioneros en el estudio de la mentira en monos. Observaron que cuanto más inteligente es la especie de primate, más tiende a utilizar la mentira.
En 1988 postularon la llamada hipótesis de la inteligencia maquiavélica o del cerebro social, que establece que el papel que desempeña la mentira en la vida social de estos animales contribuye bastante a la expansión de su inteligencia.
Los humanos somos primates y este principio se nos puede aplicar también. Hace entre 300.000 y 400.000 años, el cerebro de los homo sapiens comenzó a expandirse (a crecer) hasta que se estabilizó en su tamaño actual hace unos 50.000 años.
Según esta teoría el factor más importante que impulsó el desarrollo del cerebro de nuestros ancestros fue la intensa competición social.
La selección natural favoreció a aquellos individuos que sabían sacar más partido a la vida en sociedad, es decir, los más astutos, aquéllos que mentían, disimulaban y eran capaces de formar grupos sólidos, tenían más éxito social y reproductivo.
Por lo tanto, el impresionante intelecto humano puede tener su origen en la necesidad de manipular y explotar a nuestros compañeros humanos.