La relación de los británicos con el matrimonio está a la deriva. El número de parejas que se dirigen al altar en estos días es de aproximadamente la mitad de lo que era en los años de 1950, y cada año se ven casi tantos divorcios como primeras bodas. Los niños «ilegítimos», que en un tiempo eran motivo de escándalo, serán mayoría en las salas de maternidad dentro de cinco años. El desamor con el matrimonio es un espejo de lo que está ocurriendo en el resto de Europa, donde la tasa de matrimonios ha declinado casi al mismo ritmo durante los últimos 50 años.
Para sorpresa de muchos, el matrimonio y su lugar en la vida familiar se convertirán en un campo de batalla en las próximas elecciones en Gran Bretaña. Ondeando la bandera por el paraíso matrimonial están los conservadores de David Cameron, quienes dicen que reconocerán los matrimonios y las uniones civiles en el sistema de impuesto sobre la renta, que actualmente le tiene sin cuidado el que las parejas estén casadas o no (a menos que fuesen nacidos antes de 1935, en cuyo caso todavía aplica un viejo bono). Los laboristas y los demócratas liberales prometen mayor ayuda a las familias a través de consejos para padres, cuidados gratuitos de niños, y otros beneficios, pero se niegan a favorecer a las parejas casadas por encima de las no casadas.
¿Importa el matrimonio? Las parejas casadas y sus niños tienden a ser más saludables, a ser más felices y tener más éxito que los no casados, y tienen menos probabilidades de separarse. Este «bono matrimonial» perdura cuando se controla la edad, el ingreso y otras variables. Pero la dirección del proceso causativo no está clara. Cameron dice que las parejas casadas son más estables que las que no lo están. Pero también se podría decir que es más probable que contraigan matrimonio las parejas estables que las inestables. La tasa actual de divorcio, en su punto más bajo en Inglaterra y Gales desde 1981, se podría atribuir en primer lugar al hecho de que sólo se están casando las parejas tradicionales. Si este es el caso, el ofrecer beneficios impositivos para estimular el matrimonio podría no resultar en uniones felices.
Existen otras razones, nada románticas, para que un gobierno estimule a sus ciudadanos a contraer matrimonio. A pesar de no aparecer en el impuesto sobre la renta, el matrimonio ofrece amparo de los impuestos sucesorales, que azota a las parejas no casadas, con frecuencia sorprendiéndolas. Las parejas que no se han casado, si se separan no se deben nada la una a la otra- no es un chiste si uno de los dos ha dejado su carrera y no tiene derecho a la vivienda familiar ni a pensión.
El deseo de proteger a estos desafortunados ha persuadido a algunos (por ejemplo a la Comisión de Derecho Estatutario) de que la ley debe imponer a las parejas que conviven cierta responsabilidad financiera para con cada uno después de convivir por un período de tiempo determinado, les guste o no. Los planes de David Cameron de estimular a la gente para que camine hacia el altar con beneficios impositivos, podría considerarse paternalista, especialmente para alguien que alega no desear un estado dominante, pero esto es menos entremetido que crear un vínculo entre personas sin su consentimiento.
Pero, ¿funcionará el plan impositivo de los conservadores? La Asignación para Parejas Casadas, un subsidio que fue cortado por el último gobierno conservador y eliminado por los laboristas para todos salvo el clásico previo a 1935, fue eliminada porque no parecía tener gran impacto en el comportamiento. La idea actual de los conservadores es algo similar: los cónyuges aunarían sus asignaciones libre de impuestos, como lo hacen en muchos países europeos, permitiendo a las parejas de un solo ingreso percibir más dinero por un monto de £1,295 por año, a las tasas actuales. Para empezar, esas medidas financieras públicas aplicarían sólo para las parejas casadas con niños pequeños.
Aunque la política ha sido anunciada como una forma de «disminuir la carga impositiva de las familias», la mayoría de las familias más pobres no se beneficiarían. Las parejas donde ambos trabajan no serían beneficiadas, ni tampoco aquellas donde ambos estén desempleados. Las cifras del Centro para Cohesión Social, el laboratorio de políticas de los conservadores que propuso el plan, muestran que de los 3.9 millones de niños que viven en la pobreza sólo un 11% podrían ser beneficiados. Aún si los padres se tragan el anzuelo y se casan de inmediato, sólo un 15% calificaría.
Hay un rayo de esperanza para los que sueñan con el resurgimiento del matrimonio. Unos 70,000 homosexuales han formado uniones civiles desde que recibieron el permiso en el 2005, en lo que se recuerda como la política familiar más importante de los laboristas. Ahora – sorpresivamente – algunas parejas heterosexuales desean hacer lo mismo. Una unión civil – que se hace sin el soplo divino del matrimonio – resulta atractivo para algunas personas que desean atrincherar sus derechos legales, pero piensan que una boda es muy chapado a la antigua. En Francia existe una opción similar. Quizás la forma de rejuvenecer al matrimonio no es subsidiarlo sino secularizarlo.