Un año después del flash crash (caída súbita), algunos operadores de Wall Street y otras bolsas están sufriendo stress postraumático que un psicólogo llama «el flashback al flash crash», o sea, revivir el bajón.
«Su corazón late con fuerza, usted transpira», dice Ross Greenspan, operador, de 25 años, en el piso de la bolsa mercantil de Chicago. «Uno puede tener una especie de ‘visión de túnel’….está mirando a la pantalla, y no puede ver nada en su periferia», explica.
Los sentimientos de pánico que aparecieron tras el flash crash hicieron que Greenspan abandonara temporalmente la negociación de futuros. Se sentía sacudido durante las grandes oscilaciones del mercado, como la volatilidad posterior al terremoto de Japón a mediados de marzo. Le recordaban el 6 de mayo de 2010, cuando el promedio industrial
Dow Jones se hundió casi 1.000 puntos y borró cerca de US$1 billón en pocos minutos.
El flash crash ha dado impulso a los psicólogos que han intentando durante mucho vender sus servicios a Wall Street.
Greenspan recurrió a Andrew Menaker, quien creó el término de síndrome de «flash crash flashback». Menaker es un psicólogo al que consultan operadores como Greenspan por teléfono o correos electrónicos enviados a su oficina de San Francisco y que vende videos de autoayuda. Dice que la cantidad de clientes que son operadores se ha duplicado en el último año. Los operadores cuentan que «espontáneamente vuelven a experimentar la oleada de ansiedad y miedo inicialmente generada por el bajón», dice.
«Cada pequeña cosa que va contra ellos se siente como un ataque personal contra ellos y su ego… cada pequeña cosa que actúa en su favor les da un sentimiento de esperanza y alivio», dice Menaker. «Si uno experimenta la operativa bursátil de esta manera, hay mucha volatilidad emocional».
Episodios del mercado perturbadores, como el reventón de la burbuja de Internet y la crisis financiera, han fomentado la actividad de los consejeros para operadores de bolsa. El fondo de cobertura Tudor Investment Corp, de Paul Tudor Jones, tiene uno en su plantilla, en tanto que Bank of America incorporó los servicios de una empresa de asesoramiento psicológico para aconsejar a un grupo de nuevos empleados. Esa empresa intenta dar a los operadores técnicas necesarias para manejar las reverberaciones del flash crash y consejos sobre cómo obtener ventaja durante situaciones de alto estrés.
Incluso Ben Lichtenstein, de 39 años, cuyo tenso relato del flash crash desde la bolsa de Chicago se hizo muy popular en YouTube, utiliza un asesor psicológico. En determinado momento del video, se escucha que aúlla «esto es simplemente demasiado, esto es simplemente demasiado».
«Se trata de tener la capacidad de manejar las emociones en vez de permitir que las emociones lo manejen a uno», dice Lichtenstein.
Lichtenstein ha estado trabajando con Denise Shull, presidente ejecutiva y fundadora de Rethink Group, una firma de Nueva York que provee asesoramiento, durante el último año y medio. Shull, ex operadora con una maestría en neuropsicoanálisis, creó la firma en 2003 después de darse cuenta del valor de controlar las emociones propias en el ambiente de la bolsa.
«Se trata de lidiar con el estrés, con la frustración, con el miedo», dijo Shull. «La falacia de Wall Street es que todo lo hacemos cuantitativamente. La investigación muestra que hay que tener emociones para tomar una decisión».
Los psicólogos han estado tratando de concitar el interés de los operadores durante años y el flash crash fue otra buena oportunidad de marketing. Pero el bajón fue tan enervante que algunos operadores dicen que el asesoramiento recibido los ha ayudado a enfrentar situaciones volátiles.
Eso es exactamente lo que Greenspan dice que él ha aprendido en los últimos meses durante los cuales recibió ayuda.
Ha adoptado una serie de tácticas para ayudar a manejar sus emociones sin bloquearlas completamente. Cuando comienza a sentirse ansioso, simplemente se toma un momento para salir de la terminal de operaciones, beber un vaso de agua y respirar para sentirse más concentrado cuando vuelve a la pantalla.
«No quiero ser el muchacho que tiene que estar transpirando cuando toma una decisión. «Quiero operar contra él», dice.