Cuando uno piensa en un «típico» paciente de un accidente cerebrovascular (ACV), la mente nos lleva inmediatamente a una persona anciana, posiblemente con sobrepeso, que no hace ejercicio y probablemente fuma
Andrew Marr, un hombre en su quinta década y un corredor increíblemente entusiasta, no parece encajar en esta descripción.
La edad es uno de los factores de riesgo más grandes, pero cualquier persona de cualquier edad puede sufrir un ACV.
En Reino Unido, por ejemplo, más de 150.000 personas al año sufren un ACV y la cuarta parte tiene menos de 65 años. Incluso hay casos en niños.
Muchos de los estilos de vida riesgosos que incrementan las probabilidades de un ACV toman tiempo.
Fumar, tener peso excesivo -especialmente en el área abdominal- y ser demasiado aficionado a las bebidas alcohólicas no causa estos accidentes de la noche a la mañana, sino que más bien aumentan el riesgo gradualmente, a lo largo de la vida.
Sin embargo, hay otras causas de los ACV en personas mucho más jóvenes y más en forma.
Defectos congénitos
ACV priva al cerebro de oxígeno cuando se corta el suministro de sangre, ya sea por un coágulo (accidente cerebrovascular isquémico) o cuando los vasos sanguíneos explotan dentro del cerebro (accidente cerebrovascular hemorrágico).
Un 80% de los ataques son causados por coágulos de sangre, pero no se sabe qué clase de derrame le ocurrió a Andrew Marr esta semana.
No obstante, cuando uno observa a las personas menores de 65 años, los ataques hemorrágicos se hacen mucho más comunes y dan cuenta de hasta la mitad de ellos.
Los derrames pueden deberse a defectos en los vasos sanguíneos que han estado presentes desde el nacimiento. Estas bombas de tiempo en el cerebro pueden estallar en cualquier momento.
Un ejemplo es la malformación arteriovenosa, cuando las arterias se conectan directamente con las venas, lo cual implica que la presión adentro es demasiada para los vasos sanguíneos, que no se dan abasto. Su ruptura conduce a un sangrado cerebral.
Los aumentos repentinos de la presión arterial también constituyen un factor de riesgo que pueden afectar a individuos más jóvenes, especialmente si ya tienen presión alta.
Incluso el estrés puede elevar la presión sanguínea lo suficiente como para causar un ACV, y hay pruebas mixtas sobre el impacto de beber mucho café.
Un latido del corazón irregular, conocido como fibrilación auricular, también puede llevar a un derrame isquémico. Parte del corazón late tan rápidamente que deja de funcionar eficientemente como bomba. Las «piscinas» de sangre acumulada dentro del corazón, que se pueden coagular, viajan al cerebro y pueden causar un derrame.
Un factor que nadie puede evadir son los genes. Hay personas que simplemente tienen más probabilidades de sufrir una apoplejía que otras y es algo de familia.
Equívoco sobre la vejez
La doctora Clare Walton, de la Stroke Association de Reino Unido, expresó: «Yo diría que es un equívoco común asumir que es una condición únicamente de los ancianos. Una cuarta parte de los derrames ocurren a gente en edad laboral, además de que les puede pasar a niños y bebés también.
«Deberíamos comprender que todos corremos el riesgo de sufrir un derrame cerebral y no sólo los viejos».
En última instancia, todo se reduce a jugar con las probabilidades. Una dieta saludable, ejercicios regulares, beber con moderación y no fumar son costumbres que reducen dramáticamente la probabilidad de sufrir un accidente cerebrovascular.
Aún así, algunas personas con los estilos de vida más saludables lo sufrirán, mientras que algunas que hacen todo lo contrario se salvarán.
Sobrevivieron una un ACV de jóvenes
Sharon Stone, actriz: 44
Ted Hankey, bicampeón mundial de dardos: 44
Michael Lynagh, jugador de rugby, ganador de la Copa Mundial: 48
Rod Laver, tenista: 59
Hugh Hefner, fundador de Playboy: 59
Candice Bergen, actriz: 59-60
Samantha Morton, actriz: 31