Permanecer concentrado mientras haces una tarea que exige atención es posiblemente uno de los mayores retos productivos a los que te tienes que enfrentar. Es sumamente fácil despistarse y distraerse con casi cualquier cosa y en algunas personas esto es un verdadero problema.
Por un lado tenemos nuestra mente, una poderosa fábrica de pensamientos pasados, presentes y futuros. Por otro las distracciones e interrupciones externas sobre las que a veces sí a veces no tenemos control.
¿Por qué la necesidad de permanecer concentrados? Porque en tanto en cuanto lo hagamos conseguiremos dar lo mejor de nosotros mismos en cada cosa que hagamos. La concentración te hace mejor. Cuando estás concentrado clavas un clavo, cuando estás desconcentrado no sabes ni dónde poner el clavo.
¿Cómo demonios podemos reunir la suficiente concentración para terminar ese diseño, revisar ese código, repasar esa hoja de cálculo, escribir un artículo o completar la presentación para un cliente sin perder la concentración? Te propongo 10 ingredientes sacados de mi fórmula personal que siempre me ha dado un gran resultado:
Dale un sentido, interpreta lo que estás a punto de hacer Cada cosa tiene un significado y sobre todo un impacto y un porqué sobre tus objetivos. Cuando le damos sentido y comprendemos su importancia nuestra mente se adecúa para permanecer alerta.
Ten tus rituales Cuando ejecutas siempre los mismos gestos a la hora de hacer las tareas importantes dejas menos espacio a la improvisación y cierras puertas a los despistes.
Cárgate todas las distracciones Obvio, ¿verdad? ¿Entonces por qué luego en la práctica no lo hacemos? Poco antes de iniciar esa tarea que exige tanta concentración quita todo lo que no tiene que ver con ella de tu escritorio físico y digital. Recuerda: todo lo que no suma, resta.
Simplifica tus herramientas A veces tendemos a utilizar demasiadas herramientas y utilidades para hacer sólo una cosa. Eso obliga a nuestra mente a estar cambiando continuamente de registro. Para clavar un clavo sólo necesitas un martillo.
Haz sólo una cosa a la vez Rehúye la multitarea como la peste. Al hacer varias cosas a la vez estás multiplicando las posibilidades de despistes o distracciones. Es el equivalente a abrir varias ventanas de casa a la vez para que entren los ladrones.
Haz algo pequeño Da igual si la tarea es mediana y no te abruma. Empieza por “trocearla” y dividirla en “pequeños bocados” que puedas hacer con mayor facilidad. Cuando le decimos a nuestra mente que hemos de hacer algo pequeño se adecúa más fácilmente y da lo mejor de sí en poco tiempo.
Si le decimos que lo que debemos de hacer es grande le estamos sugiriendo que no va a poder con ello y terminaremos por perder la concentración.
Vuelve a darle un sentido A la mitad de la tarea o en incluso en varios momentos, vuelve a preguntarte: ¿por qué esto es importante para mí? Eso reavivará tu concentración y le dirás a tu mente que es momento de poner toda la carne en el asador.
Haz siempre descansos entre tareas La concentración y la atención es un tesoro finito que irremediablemente se va desgastando a lo largo del día pero podemos recuperar una parte con frecuentes descansos. Estar horas y horas sentado frente a tu mesa es pasaporte directo a caer en la desconcentración y los despistes.
Recupera tu concentración Si te asaltan pensamientos “rebeldes” (algo que tienes que hacer luego, un problema que resolver, algo que te dijeron y te preocupa, etc.) no te tortures, es absolutamente normal porque estás vivo, ¿verdad? Pero si quieres ahuyentarlos para recobrar la concentración piensa sobre esto: si pienso en eso, no hago esto; si pienso en eso, no daré lo mejor de mí.
Un buen plan de ataque Antes de ponerte en marcha con esa tarea ten muy claro lo que tienes que hacer, el material o información que vas a necesitar y cuál es el objetivo final. Si nosotros mismos no sabemos todo eso, no vayamos a exigir a nuestra mente que permanezca concentrada a tope.
Aquí, ahora, más vivo que nunca
Son muchas las personas las que me dicen “no tengo la cabeza en lo que hago”.
Ahora, cuando acabes de leer esto y empieces a teclear, fíjate en cómo tecleas, en cada golpe de tecla, en cada movimiento de ratón, en cada página que abres, etc. Pero fíjate en ello de forma consciente y deliberada. El decirte “ahora estoy tecleando”, “ahora estoy escribiendo un email”, “ahora estoy hablando por teléfono” te hace presente en el momento, consciente y te hace estar absolutamente concentrado.