El Día Internacional de la Madre Tierra constituye una oportunidad para poner de relieve la interdependencia entre las personas y la sorprendente variedad de especies con las que compartimos nuestro planeta. La celebración de este año alumbra la esperanza de un futuro mejor para todos.
En este día, representantes de más de 170 países se reúnen en la Sede de las Naciones Unidas en Nueva York para firmar el Acuerdo de París sobre el Cambio Climático. Este pacto histórico, junto con la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, tiene la capacidad de transformar nuestro mundo. La fuerza insuflada por tantas firmas en un día envía un claro mensaje de solidaridad y determinación. Ahora debemos dar rienda suelta al ingenio humano en toda su magnitud, garantizar un crecimiento con bajas emisiones y aumentar la resiliencia al cambio climático.
Es esencial que nuestros dirigentes ejerzan su liderazgo en este ámbito, pero cada uno de nosotros tiene una función que desempeñar. Por ejemplo, podemos tomar decisiones para usar la energía eficientemente, poner freno al derroche de alimentos, reducir nuestra huella de carbono y aumentar nuestras inversiones sostenibles. Las pequeñas acciones, multiplicadas por miles de millones, producirán cambios drásticos, reforzarán el Acuerdo de París y nos encaminarán hacia el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. El tema del Día de la Tierra de 2016, «Árboles para la Tierra», pone de relieve perfectamente esta idea. Tal vez un árbol por sí solo no parezca gran cosa, pero Earth Day Network tiene previsto plantar en los próximos cinco años 7.800 millones de árboles, cada uno de los cuales absorberá CO2 perjudicial de la atmósfera, almacenará agua y filtrará agentes contaminantes en beneficio de toda la humanidad.
Al igual que cada árbol cumple su función en la biosfera, también deberíamos hacerlo nosotros como seres humanos que nos preocupamos por nuestro planeta y todos los seres vivos que en él habitan. Podemos construir un futuro distinto si respetamos a la Madre Tierra e invertimos en ella.
Ban Ki-moon