Las primeras relaciones sentimentales de los jóvenes condicionan su desarrollo futuro. Por qué es mejor no quedarse de brazos cruzados
Entre todos mis esfuerzos como madre de adolescentes, entender sus romances ha sido el más difícil. En general, mi actitud ha sido la de no inmiscuirme.
Pero nuevos estudios sugieren que podría ser mejor que me entrometiera un poco.
Durante mucho tiempo, los investigadores le han quitado importancia a los amores juveniles como triviales y pasajeros, pero ahora se están perfilando como un factor decisivo en el desarrollo de los jóvenes, y uno en el que los padres juegan un rol importante, según nuevos estudios. Los nexos románticos que forman los niños entre la escuela secundaria y la universidad son importantes marcadores del progreso hacia la adultez; su elección de compañeros sentimentales desde edades tempranas condiciona su desarrollo hasta grados sorprendentes.
Y aunque tal vez parezca que los consejos de los padres en materia de amores son tan bien recibidos como la gripe porcina, los estudios sugieren lo contrario: la gente joven no sólo valora los consejos paternos, sino que tiende a mantener relaciones más saludables si los reciben.
Los estudios sirven como punto de referencia para padres en tiempos desconcertantes cuando se trata de romances juveniles. Muchos adultos pasan dificultades para identificarse con las relaciones de pareja de hoy en día, que casi parecen empezar y acabar exclusivamente en Facebook, entablarse a partir de mensajes de textos o, para consternación de los padres, basarse en relaciones sexuales esporádicas o informales.
«Es un área en que los padres no saben bien qué hacer», dice Stephanie Madsen, profesora asociada de psicología en McDaniel College, en Maryland. Ahora, los estudios que están saliendo a la luz «pueden ofrecer información concreta sobre lo que puede ayudar y qué no».
La gente joven cuyos padres están dispuestos a hablar con ellos o darles consejos sobre la vida de pareja suele tener relaciones románticas más cálidas, positivas e íntimas, con menos discusiones y tensión, revela un estudio de Madsen y otros de 225 jóvenes adultos entre las edades de 22 y 29 años. Sin embargo, si los padres no ofrecen ayuda y no se meten en la vida amorosa de sus hijos, el resultado suele ser relaciones de pareja de menor calidad, con menos afecto y más conflicto.
La gente joven prefiere que sus padres jueguen un papel de asesores, que escuchen y ofrezcan consejos sólo si les pregunta, dice Madsen.
Cuando el hijo de Jim Garrett, un estudiante universitario, le dijo hace unos meses que estaba considerando romper con su novia, «más que nada escuché e hice algunas preguntas para entender mejor la situación», dice Garrett, de San Diego. «Pero estuve de acuerdo con su decisión».
Poco después, su hijo terminó la relación y empezó a salir con una chica que Garrett ya conocía y respetaba, algo que Garrett tomó como una señal de madurez.
Mejor consejos que órdenes
Incluso cuando los padres creen que una relación es poco saludable, es mejor evitar comentarios sentenciosos o dar órdenes, ya que la gente joven puede interpretarlos como una afronta a su independencia. En lugar de decir «tienes que romper con esta persona», es mejor dar consejos sobre «lo que le parece poco saludable o lo que le preocupa», recomienda Madsen.
Cuando tiene que hablar de asuntos del corazón con sus tres hijos, Paula Thomas, de Tennessee, ha observado que la manera en que reciben el mensaje depende en gran medida de cómo lo emite. «Si hablo sin pensar o enfadada, mis hijos no suelen escuchar. Veo cómo se ponen a la defensiva», dice. Pero si se contiene, les habla sólo de cuestiones serias y expresa su preocupación diciendo algo del estilo «esto es lo que estoy viendo», sus hijos suelen seguir sus consejos.
Al ver cómo empezaba a desintegrarse la relación de su hijo adolescente «realmente no sabía en qué grado intervenir», recuerda Thomas. «Pero a medida que la situación se deterioraba, me volví más directa verbalmente». Aunque su hijo se estaba aferrando a la relación para evitar el dolor de la separación, Thomas pudo hacerle ver durante una conversación relajada en un restaurante que ya se sentía mal y que sufriría tanto si seguían juntos como si no, dice. Pronto, su hijo pudo tomar la difícil decisión de romper y «ganó madurez con la experiencia», dice.
Empezar nuevas relaciones también sirve como indicador de la capacidad de los hijos de independizarse de sus familias. La gente joven cuyas relaciones son íntimas y afectuosas también suelen haber alcanzado más características de la madurez, como el tener una identidad más definida y una capacidad de cuidar a otros miembros de la familia, según un estudio de 710 personas entre 18 y 26 años llevado a cabo por Carolyn M. Barry, profesora asociada de la Universidad de Loyola, de Maryland.
Por último, los investigadores se sorprendieron de hasta qué punto las primeras relaciones de pareja influyen en la salud emocional y social de los adolescentes.
En un estudio de 78 alumnos de primaria publicado el año pasado en la revista especializada Child Development, los investigadores clasificaron a los adolescentes y a sus parejas con base en síntomas depresivos y evaluaciones de sus compañeros de escuela sobre su popularidad, agresiones y peleas. Once meses después, repitieron la evaluación.
Los adolescentes con más problemas según la primera puntuación, pero que eligieron una pareja más saludable, se volvieron más saludables social y mentalmente en la segunda ronda de puntuación. Pero los adolescentes con problemas que eligieron adolescentes con problemas tendieron a quedarse estancados. Los hallazgos, dice el estudio de Valerie Simon, profesora asistente de psicología clínica en la Universidad Estatal de Wayne, en Detroit, y otros, sugieren que «la pareja romántica tiene [una influencia] única y significativa» en la vida de los jóvenes.
Sue Shellenbarger | Wall Street Americas