Supongamos que el universo en el que viven Mark y Bill es determinista. Todo lo que ocurre esta mañana, como la decisión de Mark de usar una camisa azul o el intento más reciente de Bill de peinarse de una forma que disimule una zona de calvicie, está completamente causado por lo que sucedió antes.
Si se recreara este universo desde el Big Bang y se dejara que ocurrieran todos los sucesos exactamente de la misma forma hasta esta misma mañana, la camisa azul resultaría tan inevitable como el peinado.
Consideremos ahora varias preguntas formuladas por los filósofos empíricos:
1) En este universo determinista, ¿es posible que una persona sea, a nivel moral, completamente responsable de sus actos?
2) Este año, como lo ha hecho a menudo en el pasado, Mark hace arreglos para hacer trampa en su declaración de impuestos. ¿Es enteramente responsable de sus actos a nivel moral?
3) Bill se enamora de su secretaria y decide que la única forma de estar con ella es asesinar a su esposa y sus tres hijos. Antes de irse de viaje, hace arreglos para que los maten en su ausencia. ¿Es Bill enteramente responsable de sus actos a nivel moral?
Para un f filósofo clásico, estas son sólo tres versiones de la misma pregunta sobre el libre albedrío. Pero, para el nuevo grupo de filósofos que ponen a prueba las respuestas de la gente a conceptos como el determinismo, hay diferencias cruciales entre ellas, como lo explica Shaun Nichols en la revista Science.
La mayor parte de los encuestados absolverá de responsabilidad por sus actos a la persona anónima de la primera pregunta y una mayoría de ellos tampoco culpara a Mark. Pero para más de 70 por ciento de las personas interrogadas por Nichols, filósofo empírico en la Universidad de Arizona, Bill es completamente responsable de su crimen atroz.
¿Se está juzgado ilógicamente a Bill? Por un lado, si. La cadena de razonamiento puede parecerles erronea a algunos filósofos y la creencia en el libre albedrío puede ser considerada ingenua por los psicólogos y neurocientificos que sostiene que nos impulsan fuerzas que rebasan nuestro control consciente.
Pero, por el otro, es totalmente lógico considerar a Bill culpable de asesinato. Sus jueces intuyen pragmáticamente que, independientemente de que exista o no el libre albedrío, nuestra sociedad depende de que sus integrantes crean que así es. Los beneficios de esta convicción han sido demostrados en otras investigaciones, que muestran que la gente que duda de la existencia del libre albedrío no se desempeña tan bien profesionalmente y es menos honesta.
“Dudar del libre albedrío de uno puede socavar la convicción del ser humano de que puede actuar», concluyeron Kathleen Vohs, de la Universidad de Minnesota, y Jonathan Schooler, de _ la Universidad de California, en Santa Barbara, quienes Llevaron a cabo un experimento sobre este tema. «O tal vez negar el libre albedrío brinde la excusa perfecta para comportarnos a nuestro antojo».
Esa creencia parece existir sea cual sea el origen de las personas, como lo han descubierto los filósofos empíricos al interrogar a adultos de diferentes culturas, entre ellas Hong Kong, India, Colombia y Estados Unidos.
A nivel abstracto, la gente parece ser lo que los filósofos llaman incompatibilistas: creen que el libre albedrío es incompatible con el determinismo. Si todo lo que ocurre está determinado por lo que sucedió antes, resulta perfectamente lógico concluir que no se puede ser moralmente responsable de su siguiente acto.
Pero también existe una escuela de filósofos, que reúne, de hecho, a la mayoría de ellos, para quienes el libre albedrío es compatible con su definición de determinismo. Estos compatibilistas creen que sí tomamos decisiones, aunque estas sean determinadas por sucesos e influencias anteriores.
«Esto ayudaría a explicar la persistencia del debate filosófico sobre el libre albedrío y la responsabilidad moral», escribe Nichols, en Science. «Parte de la razón por la que el problema del libre albedrío es tan tenaz es que cada postura filosófica se sustenta en un conjunto de mecanismos psicológicos».