El punto G existe En 2008, científicos italianos descubrieron diferencias en la anatomía vaginal de mujeres que podían y que no podían experimentar orgasmos vinculados al punto G. Desde entonces, esos científicos se afanan en enseñar a las mujeres que poseen punto G a sacarle partido.
El cerebro se desconecta En este caso se escaneó el cerebro femenino durante el orgasmo y se observó una desactivación general que incluía a las regiones emocionales. Los científicos declararon que ese efecto es sustancialmente menor en el varón.
Un alto número de mujeres no puede tener orgasmos Un 43% de las mujeres norteamericanas experimentan alguna clase de problema en su vida sexual.
De hecho, las disfunciones sexuales femeninas son tan comunes que actualmente no se consideran un trastorno.
Los científicos buscan desesperadamente una solución milagrosa.
Los genes influyen en la frecuencia de los orgasmos Un 45% de las diferencias que separan a las mujeres en su capacidad para el orgasmo se relaciona con sus diferencias genéticas.
Muchas mujeres jamás tienen un orgasmo durante las relaciones sexuales, e incluso algunas tampoco llegan al orgasmo por vía masturbatoria.
La tecnología puede ayudar La solución más radical pasa por el llamado ‘orgasmatrón’ un implante en la médula espinal que estimula al usuario cuando se conecta mediante un mando a distancia.
Este dispositivo se encuentra actualmente en desarrollo, aunque inicialmente se tuvo dificultades para encontrar a voluntarios para los ensayos clínicos.
Todavía permanece un halo de misterio El orgasmo femenino constituye un rompecabezas para los biólogos evolucionistas. No está claro por qué las mujeres deberían tener orgasmos. Particularmente chocante es que haya muchas mujeres que no tengan orgasmos durante la penetración, pero que puedan tenerlo mediante la masturbación.
La científica Elizabeth Lloyd sostiene que el orgasmo femenino es un accidente evolutivo.