“¡Voy a conseguir mis votos!” gritó Mu Sochua, mientras se subía a un angosto bote de remos. «Uno por uno».
Cruzaba un pequeño río en Mak Praing, en el sur de Camboya, en una reciente parada de su interminable campaña para la reelección al Parlamento, presentándose ante los electores rurales que quizás nunca antes la habían visto.
La mujer más prominente de la emproblemada oposición política de Camboya, Mu Sochua, de 55 años, está en campaña en este momento, tres años antes de la próxima elección, porque está casi completamente excluida de los periódicos y de la televisión controlados por el gobierno.
«Sólo el 35 por ciento de los electores sabe quién ganó la elección pasada», dijo.
Mu Sochua es integrante de una nueva generación de mujeres que se está abriendo camino en los sistemas políticos de los países de todo Asia y en otras partes, desde cabildos locales hasta asambleas nacionales y puestos en el gabinete.
Ex ministra de asuntos para la mujer, hizo todo lo posible para poner los temas de la mujer en la agenda de Camboya cuando el país surgió en los años 90, luego de décadas de guerra y asesinatos masivos. Pero perdió su plataforma pública en 2004 cuando rompió con el gobierno, y ahora encuentra que promover sus ideas es tan difícil como llamar la atención como candidata.
Dice que su logro más destacado, guiar a las mujeres hacia miles de puestos en el gobierno, ha hecho poco para que los temas de la mujer avancen en una sociedad dominada por los hombres.
Y al igual que los disidentes y las figuras de la oposición en muchos países, se ha topado con un nuevo problema: luchar por sus propios derechos.
En los sucesos más recientes, se ha visto atrapada en un extraño intercambio de demandas por difamación con Hun Sen, el Primer Ministro del país, en las que, para sorpresa de nadie, ella fue la perdedora.
Todo empezó en abril de 2009, en Mak Praing, en la provincia de Kampot, su distrito electoral, cuando Hun Sen se refirió a ella con la frase «cheung klang», o «piernas fuertes», un insulto para una mujer en Camboya.
Sochua lo demandó por difamación. Sen la despojó de su inmunidad parlamentaria y la contrademandó. La demanda de Sochua fue desechada en los tribunales políticamente sumisos.
En agosto fue declarada culpable de difamar al Primer Ministro y multada con aproximadamente cuatro mil dólares, que se ha negado a pagar.
«Ahora vivo con la incertidumbre de si iré a la cárcel», dijo Mu Sochua.
Ha descubierto que como opositora declarada del Primer Ministro, su participación contamina cualquier grupo, acción o manifestación con el estigma de la oposición política.
«Mi voz mata al movimiento», dijo. «Es mi culpa. Ahora soy el rostro de la oposición, el rostro de una mujer en la oposición. Las mujeres dicen: ‘Creemos en ti. Te admiramos. Pero no podemos estar contigo porque el movimiento morirá'».
Durante sus seis años como ministra para asuntos de las mujeres, Mu Sochua hizo campaña contra el abuso infantil, la violación en el matrimonio, la violencia contraías mujeres, el tráfico de humanos y la explotación de las trabajadoras. Ayudó a redactar el borrador de la ley del país contra la violencia doméstica.
En parte debido a su labor, dijo: «La gente está consciente del género. Ésta es una nueva palabra camboyana: ‘gen-de’. La gente está consciente de que las mujeres tienen derechos».
No obstante, en lo que a la facultación política de las mujeres se refiere, comentó, la prominencia no se ha traducido en progreso para su agenda.
«No dicen lo que piensan», dijo. «Es difícil hablar de esto, no quiero ant agonizar a las mujeres, pero si las mujeres sufren por nuestro silencio, nosotras somos responsables. ¿Qué estamos haciendo para mejorar sus vidas?
«Aquí es donde las mujeres pueden lastimar a las mujeres. Están en la política, pero son parte del problema al permanecer en silencio», agregó.