Desde hace poco menos de una década, el 2 de abril constituye para mí y gran parte de mi círculo de colegas más cercanos, un día emotivo, de muchos colores, entre los que prevalece el azul; un día para el cual nos preparamos con antelación, programando artículos, charlas, entrevistas, conferencias magistrales, material educativo, actividades artísticas, todo con la finalidad de poner en el tapete, en la mira de la sociedad, los desafíos de la población que vive con el Trastorno del Espectro Autista y sus familias.
Este año, el 2 de abril nos sorprende en una situación totalmente inesperada, impensable hace apenas tres meses. No hay entrevistas, no hay actividades, se suspendieron las conferencias magistrales, probablemente no se iluminarán de azul los edificios; se rompieron las rutinas, tampoco hay continuidad de terapias y familias que recientemente han confirmado el diagnóstico de uno de sus hijos no podrán iniciar intervención hasta nuevo aviso.
Esta nueva realidad que vivimos, que nos cambiará para siempre, supone el verdadero reto para todos, y en especial, para las familias con hijos con algún tipo de condición o discapacidad. La pesadumbre del momento estuvo a punto de vencerme, pero me resistí y decidí que al menos esto tenía que escribir para tocar bases con mi vocación y mi convicción, con lo que ha dado sentido a gran parte de mi trabajo estos años. ¡Qué no pase desapercibido el 2 de abril aún en medio de toda esta incertidumbre!
Nuestra creatividad está siendo puesta a prueba para seguir ayudando a nuestros niños y jóvenes y a sus familias. Terapeutas creando programas para que los padres puedan realizarlos en casa, recomendaciones para el manejo de una nueva rutina, mayor uso de aplicaciones y distintas herramientas tecnológicas, sesiones de terapia en línea, videos de profesionales en las redes sociales, en fin un despliegue de ideas, que ha emergido como un esfuerzo por mitigar o contrarrestar los efectos negativos que esta nueva situación puede acarrear. En la medida que vayamos todos adaptándonos a esta nueva realidad, que hayamos superado la etapa de shock, y empecemos a encontrar el sentido y significado a todo esto y sobre todo nuestro rol, nuestra misión, nuestro aporte, los esfuerzos tienen que ser aún mayores para crear todo un nuevo sistema de apoyo a la población con autismo.
Como ya hemos visto, nuestra nueva realidad caracterizada por un detención abrupta de nuestro modo de vida y la reclusión en nuestros hogares, tiene como todo, un lado positivo. Ya vamos teniendo noticias de cómo el tiempo compartido entre padres e hijos va produciendo cambios en las relaciones, más tiempo para conectar, para comunicarnos, para escucharnos, para comprendernos. Quizá sirva esta nueva realidad para que muchos padres confirmen que en ellos están los recursos para ayudar a sus hijos más allá de las terapias, quizás ahora hay tiempo para implementar las tareas que asignan los terapeutas y disfrutar de los pequeños logros que se alcanzan día a día; quizás ahora puedan generalizarse más los aprendizajes porque todos en casa pueden participar; quizás ahora… podemos observar atentamente y encontrar más respuestas y más sentido al comportamiento de nuestros chicos y ser más creativos a la hora de enseñarles comportamientos alternativos y anticipar frustraciones o comportamientos difíciles. Pero quizás igualmente, esta nueva realidad con su incertidumbre y ansiedades, haga que muchas situaciones sean difíciles sobre todo para aquellos menos favorecidos de nuestra sociedad. Ya he leído y escuchado en diferentes lugares que esta nueva realidad nos hace un llamado, sobre todo, a nuestra solidaridad. Pongamos en marcha nuestros recursos, saquemos fuerzas para seguir apoyando, orientando y aprendiendo entre todos.
Un 2 de abril diferente, pero igual. Igual en nuestra convicción de que las personas con autismo deben recibir todas las oportunidades para estar incluidos socialmente de manera plena y de que la diversidad enriquece nuestras vidas. Vistamos algo azul en casa, coloquemos un mensaje en nuestra redes sociales que recuerde esta causa, pongamos fotos de los edificios iluminados de azul en otros años, acompañemos a nuestras familias por teléfono, whatsapp, correo electrónico y los que estamos en el área comencemos a planear en conjunto nuevas maneras de seguir ayudando y educando.
2 de abril, día de la concienciación sobre el autismo.
Rosángela Mendoza
Psicóloga Clínica