«Ningún hombre es demasiado bueno para gobernar a otro sin su consentimiento.»- Abraham Lincoln

Yo, yo, yo, yo…Mil veces YO, dos mil veces YO…YO al infinito… Nosotros no nos conocemos del mismo modo con que conocemos a los demás objetos, y nos distinguimos de ellos del mismo modo con que los distinguimos a ellos unos de otros. De esa manera sabemos que una silla no es mesa, que un gato no es ratón, y viceversa…Pero, ¿quién soy yo, quién eres tú? – Eh ahí el dilema. La dialéctica nos enseña algo muy claro: el yoísmo es el síntoma de la debilidad social que impera en estos tiempos. Debido a que no hay mitos ni creencias la gente se individualiza y lucha contra la masificación, cayendo en el extremismo yoísta.

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