El autor de la célebre novela ‘El nombre de la rosa’ habla sobre lo divino y lo humano
Desde la plaza del Duomo, por la Via Dante, peatonal de negocios y cafés del centro de Milán, se llega al Castello Sforzesco, una fortaleza que los Visconti construyeron en el siglo XIV y que hoy alberga varios museos y hasta un evento de moda. Con vista a la historia, un edificio antiguo de interior restaurado muestra una puerta eléctrica. ‘U.E.’, dice el timbre, y la voz que contesta guía: «Segundo piso a la izquierda». La misma voz áspera recibe detrás de una sonrisa. Umberto Eco se anticipa e indaga en el idioma para dialogar. «¿Inglés o italiano? Mi español no es bueno», se excusa. Tiene un suéter fino color ladrillo; debajo, una camisa blanca a rayas y unas tirantas que sostienen un jean azul; mocasines negros y unos anteojos grandes que han leído vorazmente durante décadas.
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