En la década de 1960 a un grupo de niños de 4 años de edad se les entregó un malvavisco y se les prometió otro con la condición de esperar 20 minutos antes de comer el primero. Esta prueba fue realizada por Walter Mischel en la Universidad de Stanford y se le llamó «marshmallow experiment»
Luego, los investigadores siguieron la evolución de cada niño en la adolescencia y se demostró que aquellos con la capacidad de esperar se ajustaron mejor y más fiable (esto se determinó mediante encuestas a sus padres y profesores), y obtuvieron puntuaciones más altas en el Scholastic Aptitude Test años después.