La elusiva naturaleza de la memoria

thinking-picAl igual que muchas personas, nunca puedo recordar un chiste. Escucho o leo algo divertidísimo, me río lo suficientemente fuerte como para molestar a todos los demás en la biblioteca, y luego instantáneamente lo olvido por completo.

Para los investigadores que estudian la memoria, la facilidad con la que la gente olvida los chistes es una de esas singularidades que terminan por ofrecer una sorprendente cantidad de revelaciones sobre la arquitectura subyacente de la memoria.

Hay muchos otros ejemplos reveladores de la banalidad Y el mal gusto de la memoria, como por qué puedes olvidar el cumpleaños de tu cónyuge, pero te irás a tu lecho de muerte recordando todas las palabras de la canción tema de un mal programa de televisión. y por qué tienes que dividir una serie de datos, como un número telefónico, en fragmentos manejables y predecibles para poder recordarlo.

Bienvenido al cerebro humano. Para comprender a la memoria humana y sus curiosidades, Scott A. Small, neurólogo e investigador de la memoria en la Universidad de Columbia, Nueva York, sugiere la familiar analogía con la memoria computacional.

Tenemos nuestra versión de una memoria temporal, explicó, una memoria operativa a corto plazo de capacidad limitada y rápido ritmo de cambio. Tenemos nuestro equivalente aun botón de grabar: el hipocampo, en las profundidades del prosencéfalo, es esencial para traducir los recuerdos de corto plazo a una forma más permanente.

Nuestros lóbulos frontales desempeñan la función de búsqueda, recuperando archivos grabados según sea necesario. Aunque los científicos creían que las memorias de corto y largo plazo estaban almacenadas en diferentes partes del cerebro, han descubierto que lo que realmente distingue a lo duradero de lo transitorio es qué tan fuertemente el recuerdo es grabado en el cerebro, y el grosor y la complejidad de las conexiones que vinculan a grandes poblaciones de células cerebrales. Entre más profundo sea el recuerdo, más fácil y fuertemente se estimulará un conjunto de neuronas de ideas afines.

Este proceso ayuda a explicar por qué algunas de las cosas que ofrece la vida están profundamente embebidas en nuestras mentes. La música, por ejemplo. «El cerebro tiene una fuerte tendencia a organizar la información y la percepción en patrones, y la música se apega a esa inclinación», dijo Michael Thaut, profesor de música y neurociencia en la Universidad Estatal de Colorado.

Los chistes realmente fabulosos, por otra parte, surten efecto al no adherirse a las rutinas de patrón de reconocimiento, sino subvirtiéndolas. «Los chistes funcionan porque abordan lo inesperado: comienzan en una dirección y luego giran hacia otra», expresó Robert Provine, profesor de psicología en la Universidad de Maryland, en el condado de Baltimore, y autor de «Laughter: A Scientific Investigation» (La risa: Una investigación científica). «Lo que hace que un chiste sea bueno es la misma propiedad que puede hacer que sea dificil recordarlo».

Los investigadores de la memoria sugieren razones adicionales por las que los chistes buenos pueden no ser recordados por muchos. Daniel L. Schacter, profesor de psicología en la Universidad de Harvard y autor de «The Seven Sins of Memory» (Los siete pecados de la memoria), dice que hay una gran diferencia entre la memoria textual de todos los detalles de un suceso y el recuerdo esencial de su significado en general.

Por frustrante que sea olvidar algo nuevo, es peor olvidar lo que ya sabes. Los científicos se refieren a esto como el fenómeno «lo tengo en la punta de la lengua», cuando sabes algo, pero no puedes expresarlo, y mientras más se esfuerza uno, más reacios se muestran los archivos.

Las memorias se pueden fortalecer con tiempo y mucha práctica, pero si hay una parte del sistema que se resiste a mejorar, son nuestras memorias temporales, el tamaño de nuestra memoria operativa en la que unos cuantos datos pueden ser guardados temporalmente. Muchas investigaciones sugieren que podemos retener sólo entre cinco y nueve fragmentos de información a la vez en la memória de corto plazo.

Natalie Angier | New York Times