Divagar nos hace más infelices

Las personas que dejan volar sus pensamientos de forma frecuente, con independencia de lo que están haciendo, tienden a sentir menor felicidad que aquellas que centran su atención

Divagar a veces puede ser divertido e incluso puede estar asociado con la creatividad, pero cuando esta conducta se transforma en la regla en lugar de la excepción o resulta muy exagerada, el “vagabundeo mental” puede llegar a ser contraproducente.

Una investigación de la Universidad de Harvard, en Cambridge (EE. UU.) dirigida por Matthew Killingsworth y Daniel Gilbert, sugiere que las mentes que divagan suelen pertenecer a individuos más infelices. Los investigadores estadounidenses han desarrollado una aplicación (software o programa informático) para el teléfono inteligente iPhone, con el objetivo de crear una gran base de datos con información sobre los pensamientos, sensaciones y actividades de una amplia variedad de personas en su quehacer cotidiano.

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Lo que pensamos y lo que hacemos

Posteriormente los expertos han utilizado los datos recopilados por dicha aplicación, denominada “Track Your apiñes” (“Sigue tu felicidad”) comprobando que una mente errante o que divaga también es una mente con menos felicidad. Los investigadores encontraron que la mente de las personas divaga con mucha frecuencia, independientemente de lo que esas personas están haciendo, y también que la gente se siente menos feliz cuando su mente está divagando comparado con cuando evita que sus ideas vuelen como hojas llevadas por el viento.

Los profesores de Psicología, autores del estudio publicado en la revista “Science”, analizaron las ideas, sensaciones y acciones de un grupo de 2.250 adultos en diferentes momentos de la jornada y “en tiempo real”, es decir en el mismo momento en que estaban teniendo lugar. Los participantes en el estudio eran elegidos de forma aleatoria para responder una pregunta sobre a su nivel de felicidad el cual podían puntuar de 0 a 100, sobre la actividad que estaban efectuado en ese momento de entre más de veintidós opciones posibles, y sobre su estado de digresión mental.

El nivel de divagación mental se midió en base a la respuesta de los participantes a la siguiente pregunta: «¿Está usted pensando en algo distinto a lo que está haciendo actualmente?». Para este interrogante se ofrecieron cuatro respuestas: «no»; «sí, algo placentero»; «sí, algo neutral» o «sí, algo desagradable».

El estudio de los datos recabados mediante la aplicación informática del iPhone mostró que la divagación estuvo presente en el 46,9% de los participantes, con independencia de lo que estuvieran haciendo. Aunque hubo una excepción: cuando dicha actividad consistía en hacer el amor, la mente de los participantes solía estar mucho más centrada y era muy poco frecuente que divagaran en esos momentos.

Momento presente: la llave de la felicidad

Asimismo, el trabajo estadounidense desveló que lo que un individuo está pensando influye más en su nivel de felicidad que la tarea que está realizando. Según los autores de la investigación, para entender este fenómeno hay que tener en cuenta que los seres humanos “son únicos en su habilidad para pensar sobre episodios del pasado, o el futuro, o hechos que podrían no haber sucedido jamás”.

Para el maestro espiritual Eckhart Tolle, reconocido mundialmente por su libro “El poder del Ahora”, “hay un lugar mucho más sereno allende nuestros pensamientos, donde desaparecen los problemas mentales que nosotros mismos hemos creado y descubrimos lo que significa realmente una vida liberada: es el preciso instante que vivimos”.

Según este pensador, «el mayor obstáculo para disfrutar del ahora es que nos identificamos con lo que pensamos, somos incapaces de dejar de  pensar y nuestra mente es como un mono loco que va de rama en rama, de conflicto en conflicto, del recuerdo a la anticipación, del pasado al futuro, lo cual produce una preocupación y dolor interminables».

De acuerdo a Tolle, “el ahora es lo único que hay: la vida es ahora: nunca ha habido un momento en que no lo fuera ni lo habrá jamás. El pasado y el futuro, y en definitiva el tiempo, son una ilusión con la que hay que acabar”. «Entre el 80 y el 90% del pensamiento de la mayoría de la gente es inútil y repetitivo, y buena parte de éste también es dañino. El parloteo mental produce un serio desgaste de nuestra energía vital», advierte el experto alemán.

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