Bajaron a la mina siendo humildes trabajadores y saldrán convertidos en estrellas. En el Hospital regional San José del Carmen de Copiacó todo está preparado para recibir a los 33 ‘héroes’ nacionales de Chile. Tras recibir los primeros auxilios en un hospital de campaña habilitado en la zona del rescate, los mineros atrapados a 700 metros de profundidad desde el pasado 5 de agosto serán trasladados e ingresados durante varios días en este centro sanitario para recuperarse de los estragos de su larga estancia bajo tierra y someterse a un completo chequeo médico.
Su principal reto será recuperar sus vidas, retomar sus rutinas diarias y asimilar la fama repentina.
El principal reto para los mineros, sin embargo, será reponerse psicológicamente de su largo encierro: recuperar sus vidas, retomar sus rutinas diarias y asimilar su fama repentina. Y es que los psiquiatras advierten que la gran expectación generada en Chile y la agenda de actos programados con políticos y periodistas no es nada aconsejable en su estado.
«Deberían disfrutar de un periodo de privacidad con sus familias que les ayudase a recuperar sus vidas antes de ser bombardeados con peticiones para hacer entrevistas y encuentros con políticos», señala Nick Kanas, profesor de Psiquiatría de la Universidad de San Francisco (EEUU) y autor de varios informes de la NASA sobre las consecuencias psicológicas de las misiones espaciales de larga duración en astronautas.
«Para las personas que no están habituadas, la fama y la gloria pueden ser una fuente de estrés, tanto para el individuo como para su familia». El experto de la NASA cree que el hecho de que se les preste demasiada atención demasiado pronto puede perjudicarles y favorecer desórdenes de estrés postraumático: «Lo que necesitan es volver a sus vidas normales», afirma.
Respecto a la atención psicológica que han recibido desde que se supo que estaban con vida, Kanas considera que la respuesta inicial fue «demasiado protectora» y no respondió suficientemente a las necesidades de los mineros y de sus familias: «Con el tiempo, las cosas mejoraron, en parte porque [los psiquiatras chilenos] escucharon a otros expertos en dinámicas de grupo e individuales».
Julio Zarco, presidente de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen), explica que los mineros pueden sufrir crisis de ansiedad o trastornos mixtos de ansiedad y depresión. Además, es probable que todos ellos estén emocionalmente muy sensibles y pasen bruscamente del llanto a una alegría incontrolable. Asimismo, en el caso de que algún minero tenga predisposición a tener reacciones de tipo paranoide, su estancia bajo tierra ha podido agudizarlos.
Zarco también subraya que los trabajadores «deben volver a la normalidad lo antes posible y la mejor manera es que se produzca una adaptación progresiva a su vida cotidiana».
«Una agenda política, los homenajes, etc. no forman parte de su vida cotidiana y pueden generar una situación de desorientación y de irrealidad», advierte. «Hay que marcar muy bien los tiempos». De la misma forma que es muy importante que tras salir de la mina sean trasladados a una zona de transición en la que se controle la intensidad del ruido y de la luz y las visitas de sus familiares, es igualmente importante que vuelvan gradualmente a sus rutinas. «En la historia ha habido muchas situaciones similares y se ha podido comprobar que las personas que han estado en situaciones críticas (aisladas en montañas, secuestradas por terroristas, etc) lo han pasado mal tras una agenda cargada de actos».
Asimismo, el doctor recomienda que en situaciones de estrés muy fuerte como la que han vivido los mineros se lleve a cabo un seguimiento para intentar evitar recaídas, ataques de pánico o depresiones. «A menudo estos problemas se producen precisamente por no haber transitado a su vida cotidiana de una manera natural. Por eso es recomendable que esos homenajes se pospongan tanto como sea posible».
Mónica Pereira, psicóloga experta en emergencias del centro Haztua de Fuenlabrada (Madrid) cree que los psicólogos chilenos «han hecho un trabajo increíble», haciendo hincapié en la prevención. «Según la información que nos ha llegado, los mineros están manejando la situación bastante bien y no ha habido graves problemas. Les han mantenido ocupados en las labores de rescate, algo muy importante porque les ha hecho sentirse útiles», y por tanto, les ha permitido sentir que tienen el control sobre lo que va pasar. «La gestión de la espera es muy complicada, tanto para ellos como para los familiares», añade.
El establecimiento de una zona de día y otra de noche en la mina facilitó el ciclo del sueño y ayudó a controlar el apetito y el estado de ánimo.
Pereira también considera un gran acierto que en la mina hayan establecido una zona de día y otra de noche porque ha facilitado que se respete el ciclo del sueño y de la vigilia y, de esta forma, controlar el apetito y el estado de ánimo.
Sin embargo, a la psicóloga le preocupa que al salir tengan una agenda cerrada y no vayan a poder tomar decisiones. No son héroes sino personas normales que se han visto en esta situación de manera involuntaria: «El hecho de que se les trate como héroes sí les puede crear un impacto emocional», advierte.
Quizás tengan una necesidad muy grande de estar con sus familias pero también es posible que prefieran estar solos.
La psicóloga coincide con sus colegas en señalar que, en primer lugar, necesitan pasar un periodo con sus seres queridos. Además, subraya el importante papel que jugarán sus familias en su recuperación: «Deben asumir como normal cualquier reacción que tengan. Lo que se espera de ellos es que agradezcan al mundo y a sus familias que hayan estado pendientes de ellos pero quizás no estén preparados emocionalmente para mostrarse agradecidos».
Asimismo, sus reacciones pueden ser muy distintas. Quizás tengan una necesidad muy grande de estar con sus familias y no quieran separarse de sus seres queridos, pero también es posible que necesiten intimidad y prefieran estar solos: «Cualquier reacción extrema es posible y normal» en estos casos, asegura.
Aunque el tiempo de recuperación dependerá de cada caso, Pereira cree que debe transcurrir un año para comprobar si una persona ha vuelto o no a la normalidad tras un episodio traumático: «El primer aniversario del accidente, del rescate, el primer cumpleaños…Después uno entiende que puede volver a vivir. La mayoría de ellos sera capaz de rehacer su vida aunque ésta será diferente a como era antes».