Algunos lo utilizan para enfatizar la hermandad contra la opresión de la mujer. Para otros es una oportunidad para celebrar los logros de las mujeres.
Habrá eventos para celebrar las mujeres que triunfan en los negocios y la política, y crear conciencia de las mujeres como víctimas de la violencia doméstica, la violación y la guerra.
Para nosotros lo más importante son las discusiones sobre las luchas de las mujeres trabajadoras por la igualdad, y de la idea del Día Internacional de la Mujer como un evento para celebrar la lucha de las trabajadoras.
Todo el mundo está de acuerdo en que las mujeres han recorrido un largo camino desde el primer Día Internacional de la Mujer en 1911. Su historia es de las mujeres que trabajan uniéndose a los trabajadores de ambos sexos para luchar contra los empleadores y el sistema opresor.
Clara Zetkin, era una socialista revolucionario en el Partido Socialdemócrata Alemán, propuso por primera vez en 1910 un día de la mujer trabajadora. Zetkin había sido elegida líder del Departamento de la Mujer y había ganado basándose en el argumento de que en la campaña de los socialistas por derecho a la votación debía ser para los hombres y las mujeres de la clase obrera.
Zetkin eligió el 08 de marzo porque ese día en 1908 unas 15.000 trabajadoras de las industrias de las agujas en Nueva York, marcharon demandando el derecho a voto, mejores salarios y una vida digna de vivirse.
El Partido Socialista de América, declaró el primer Día Nacional de la Mujer, que se celebra en los EE.UU. el 28 de febrero de 1909.
Más tarde ese año, en el New York Shirtwaist las trabajadoras se declararon en huelga, conocido como: “el levantamiento de las 20.000″. Muchas de las mujeres inmigrantes habían votado para iniciar un sindicato y fueron despedidas de inmediato.
Cuando la empresa puso aviso para contratar nuevas obreras, las demás trabajadoras se fueron en huelga. Ellas protestaron durante cinco semanas, soportando los ataques de los matones a sueldo de la empresa y el acoso policial.
Los dirigentes sindicales trataron que los demás trabajadores votaran la huelga de solidaridad con las huelguistas, Clara Lemlich, una joven trabajadora, se dirigió a la multitud en yiddish, el idioma que la mayoría de ellos hablaba.
Ella llamó a una huelga general contra las largas horas de trabajo, los jefes abusivos y las terribles condiciones laborales. Esto inspiró a que 20.000 trabajadores de la confección en Nueva York se fueran en huelga.
La huelga fue testigo de un debate entre los reformistas que apoyaron la acción y los socialistas, que intervinieron militantemente en el conflicto. Los socialistas argumentaron que las trabajadoras de la confección, tenían las mismas preocupaciones y problemas que sus colegas hombres.
Esto significaba que la lucha unida de los hombres trabajadores y las mujeres de la clase obrera, era la única manera de conquistar un cambio social y político verdadero.
Los empleadores aterrorizados que perderían una fortuna en la próxima temporada de la moda si continuaba la huelga, acordaron finalmente una semana más corta, vacaciones pagadas y al pago de todas las herramientas de trabajo.
Fueron estas luchas que los socialistas querían celebrar cuando Zetkin propuso el Día Internacional de la Mujer en una conferencia de mujeres socialistas en Copenhague en 1910.
El desastre de la Primera Guerra Mundial destruyó el movimiento obrero y los partidos socialdemócratas en Europa, por el hecho que sus dirigentes se pusieron del lado de su propia clase dominante en contra de otros gobernantes europeos, en vez de llamar a la unidad internacional y el derrocamiento de sus gobiernos capitalistas explotadores.
Pero eran las mujeres trabajadoras y los hombres quienes marcharon durante la guerra bajo las consignas de “pan y paz”.
Luego, en Rusia en 1917 las mujeres volvieron a exigir el pan y la paz en las manifestaciones que se iniciaron con la revolución de febrero, llevando al derrocamiento del zar.
Cuando el Día Internacional de la Mujer se planteó de nuevo en la década de los años setenta, las mujeres se lanzaron a las luchas contra todas las formas de opresión, el racismo, el sexismo, la opresión de las mujeres, la homofobia, contra el imperialismo y la guerra de Vietnam.
En los setenta y ochentas, en América Latina, las mujeres fueron las que llevaron adelante la lucha contra el hambre, la cesantía, la miseria, las torturas y las desapariciones a que sometían a la clase obrera las dictaduras instigadas por el imperialismo norteamericano a gran parte del continente.
Ahora hemos visto en las pantallas de la televisión internacional, como en el Oriente Medio salen las mujeres y los hombres a luchar y protestar juntos contra la pobreza y la falta de derechos democráticos. Y en nuestro país, como las mujeres de las regiones del Bío Bío y el Maule increpaban a Piñera por la falta de viviendas, servicios y ayuda que produjo el terremoto-maremoto del año pasado.
Pero no todas las mujeres luchan por los derechos de la clase obrera. Las mujeres burguesas que han desempeñado un papel clave en los gobiernos occidentales en las últimas tres décadas, como Margaret Thatcher, Hillary Clinton, Condoleezza Rice y Angela Merkel-estaban felices de hacer negocios con esos tiranos que viven mamando de los petrodólares, o tiranos latinoamericanos como Pinochet, etc. También en nuestro continente, vemos como presidentas y mujeres a cargo de la dirección política de los gobiernos, hacen negocios, pactos comerciales y militares con los imperialistas en directo desmedro de las trabajadoras y los trabajadores, y un daño irreparable a nuestro medio ambiente y ecosistemas.
Las luchas de hoy significan que el Día Internacional de la Mujer puede de nuevo volver a ser un evento cuando nos enteramos de las luchas del pasado.
Esto puede ayudarnos a organizarnos por la liberación de la mujer, por la destrucción del capitalismo y la derrota de los hombres (y las mujeres) de la clase dominante que se benefician de nuestra explotación y opresión.