Para propiciar la ‘limpieza racial’
«Hermano nacional socialista, ¿sabes que tu ‘Führer’ está en contra del hábito de fumar y piensa que cada alemán es responsable de sus actos y misiones frente a todas las personas, y que no tiene el derecho de dañar su cuerpo con drogas?». Este texto de una revista de la Alemania nazi muestra cómo los brazos de la dictadura de Hitler también aprisionaron el tabaco.
George Davey Smith, autor de un artículo que aparece en ‘The British Medical Jornal’ (‘BMJ’), explica que junto con el alcohol, los cigarrillos eran considerados un «veneno genético» que podría propiciar la degeneración de la ‘raza alemana’. Como ocurrió con las personas que eran judías o las que tenían defectos físicos o mentales, esta sustancia era vista como un elemento a combatir dentro de la llamada «limpieza racial».
En 1939, y en Alemania, se llevó a cabo el primer estudio controlado sobre tabaquismo y cáncer de pulmón. Los resultados obtenidos pusieron en evidencia la relación entre el consumo elevado de cigarrillos y el desarrollo de este tipo de tumores, explica Davey.
El departamento contra los peligros del alcohol y el tabaco, creado en el año en el que comenzó la Segunda Guerra Mundial, y el Instituto para la lucha contra los peligros del tabaco, establecido tres años después -en 1942-, fueron dos de las iniciativas principales en la lucha contra el tabaco.
Según recoge el estudio publicado en ‘BMJ’, en este instituto, situado en la Universidad de Jena, se desarrolló la segunda investigación sobre estos dos factores. Un proyecto que contó con «100.000 reichsmarks -la moneda de la época- provenientes de las finanzas personales de Adolf Hitler».
Entre las operaciones planeadas por el Gobierno, en la lucha contra el tabaco, las juventudes hitlerianas y la liga de las chicas alemanas difundieron propaganda contra los cigarrillos y «la federación de mujeres alemanas lanzó una campaña contra el mal uso del tabaco y el alcohol».
Ejércitos ‘sin humos’
Los militares tenían prohibido fumar en las calles, durante las marchas y los periodos de permiso y, en la escuela, los niños y los profesores tampoco podían consumir. Lo mismo les ocurría a los menores de 18 años.
El tabaco también estaba vetado en los trenes y autobuses urbanos, lugares de trabajo, edificios públicos, hospitales y residencias. Y casi en los coches ya que, según indica el documento, los conductores que tuvieran un accidente mientras fumaban eran acusados de negligencia criminal.
La publicidad de esta sustancia estaba muy controlada y parece que incluso se llegó a debatir si los fumadores merecían los mismos cuidados sanitarios que el resto de las personas.
El tabaco no era el único objetivo de la política sanitaria, el gobierno también trató de impulsar el consumo de verduras y frutas, del pan integral y desaconsejó la nata montada.
«Madres, debéis evitar absolutamente el alcohol y la nicotina durante el embarazo y cuando cuidéis a los niños. Dificultan, dañan, trastornan el curso normal del embarazo. Bebed zumo de frutas», reza uno de los manuales de salud de la época.
Según concluye el artículo, Martin Gumpert, un médico judío que tuvo que emigrar en la época, subraya que este tipo de campañas pretendían tapar el deterioro de la salud experimentado por la población alemana en la época nazi.